Atletismo

Tariku Novales, el maratoniano que no sabe la edad que tiene

Mundiales de Budapest

Nacido en Etiopía y criado en Galicia, afronta el reto de los 42,195 kilómetros en su primera internacionalidad absoluta con España

El oro más angustioso de Yulimar Rojas

Tariku Novales, en la meta del pasado maratón de Valencia EFE

La primera vez que el nombre de Tariku Novales (Jijiga, Etiopía, 1998) resonó con fuerza en el atletismo español fue en 2017, cuando se proclamó subcampeón de Europa sub-20 de 5.000 metros en la ciudad italiana de Grosetto. En aquella final atacó a ... falta de 600 metros convencido de poder llevarse el oro, pero terminó cediendo ante un espigado noruego de 16 años llamado Jakob Ingebrigtsen. Las vidas. «Hay un runrún popular de que lo estaban quemando, que iba a durar muy poco», rememora el atleta español, que atiende a ABC a pocas horas de debutar en el maratón del Mundial de Budapest. «Pues han pasado ya seis años y parece que no se ha quemado», ironiza.

Aquella actuación de Novales en Italia despertó interés en el mundillo. Se supo entonces que había crecido en Noya (La Coruña) después de ser sacado de un orfanato etíope cuando tenía unos cinco años y medio. Imposible saberlo con exactitud. «Al orfanato no llegaron papeles conmigo, ni un certificado de nacimiento ni nada. En estos casos uno pasa unos exámenes médicos que dictaminan la edad que tiene. En mi caso dijeron 1998-1999, un margen de error de un año».

Primero le pusieron de 1999, y el eligió el 8 de marzo, día de las mujeres, como fecha de su cumpleaños. Pero un chaval espabilado, muy despierto, y en realidad se sentía más cómodo con la gente un año mayor. Incluso le adelantaron un curso en el colegio. «Así que pedí que me cambiarán la fecha de nacimiento a 1998. Era un lío para mis padres porque hacían falta informes médicos, forenses, judiciales... Pero yo insistí mucho. Quería ser más mayor».

Su pasión por el atletismo comenzó poco después de dar sus primeros paseos junto a la ría de Muros y Noya. En el club de su pueblo estuvo a cargo de Luis Sanmartín, y su progresión lo llevó a Madrid, becado en la Blume. Pero, de repente, todo se estancó. Llegaron las lesiones, la falta de continuidad, y sus marcas ya no bajaban al ritmo que se esperaba. Entonces apareció el asfalto a una edad atípica, dicen que demasiado joven. «La pista no terminaba de disfrutarla. Era buen atleta de 5.000, pero el 10.000 me costaba mucho. Tanto mis entrenadores (Juan del Campo y Luismi Berlanas) como yo mismo sabíamos que tenía unas cualidades especiales para el fondo, mucha facilidad para hacer tiradas largas. Y un día, en 2020 decidí participar en el Campeonato de España de media maratón. Me lo tomé como un entrenamiento, sin haberlo preparado de forma especial. Quedé subcampeón de España con una marca muy buena. Ya al año siguiente lo preparé un poco más y quedé campeón. Comprobamos que el debut en una maratón debía llegar más pronto que tarde».

Eso fue un año más tarde, en 2022. Primero, en Madrid, un primer acercamiento a la disciplina -«venía de una lesión y fue muy duro, al final me arrastré»-. Y luego, en Valencia, el pasado diciembre, donde confirmó aquello que pensaban tanto él como sus técnicos. El maratón es lo suyo. Acaba como primer español en 2h07.18, cuarto mejor registro nacional de la historia y mínima tanto para este Mundial como para los próximos Juegos de París 2024.

Viaje a los orígenes

 

Durante muchos años, a Tariku le costó aceptar que no había nacido con seis años. Que también hubo una vida anterior en Etiopía de la que apenas recordaba nada. Alguna vez coincidía en campeonatos con atletas etíopes que le contaban cosas del país, de su lugar de procedencia. Y sentía una conexión especial con Kenenisa Bekele y Haile Gebrselassie, sus ídolos. La pandemia acabó acelerando un proceso que parecía inevitable. «En 2021, aprovechando que estaba lesionado, cogí la mochila y me marché a Etiopía. Fue un viaje en búsqueda de mis orígenes, de mis lazos familiares. Fue duro y me costó asimilarlo, pero creo que tomé una gran decisión. Con el tiempo he vuelto más veces, ya para entrenar. Y ahora pienso que no hay mejor forma para recuperar mi vínculo con Etiopía que hacerlo a través del atletismo, que es el hilo conductor de mi vida».

Lector, músico, amante de la cultura en general, Novales llega a Budapest con la tranquilidad de tener el cuerpo y la mente en el lugar adecuado. «El gran objetivo era llegar entero, con salud. Y pudiendo hacer toda la preparación. En ese sentido creo que llego en muy buena forma». Pues a soñar.

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