¿Qué pasó con... Ricardo Montecatine?

Su relación con el Mercantil data de hace años.

Sí. En el 78, cuando cambié de club al Círculo, al delegado entonces del Mercantil, Ángel Luis Rodríguez Albariño, le puse una curiosa condición: me cambiaba si además fichaba a otra persona. Esa otra persona, Manolo Rivas, quedó campeón de España antes de que acabara el año. En el 81 quedamos con el Mercantil terceros de España.

Nació en Tánger, ¿verdad?

Sí. Y mi padre y mi abuelo. Un primo mío hizo una investigación y dedujo que el 8 de marzo de 1716, en Córcega, había una persona con el apellido Montecatini, el original italiano, y a partir de ahí reunió el árbol genealógico de tres siglos.

¿Desde cuándo vive en Sevilla?

Desde 1972. A los nueve años me fui a Madrid. Mi padre trabajaba en una financiera, le propusieron abrir una en Sevilla y con 16 años nos mudamos.

¿Su primer contacto con el ajedrez?

En Madrid, cerca de la Puerta del Sol, entré en una tienda y pedí un libro de ajedrez. Mi interés por el juego obedecía a que Bobby Fischer estaba jugando contra Spaski. El señor de la tienda encontró un libro que probablemente sea los de mejores que he leído. Comentaba las partidas de manera maravillosa Mijaíl Tal, campeón mundial en 1960. Cuando Tal escribió su biografía, dijo que el ajedrez es como un virus que, si te entra, se queda para toda la vida. Mi virus fue ese libro de Tal.

¿Este deporte tiene mucho de autodidactismo?

En el Mundial de Karpov y Kasparov hice una cartilla de ajedrez con un pequeño símil. Es como cuando llegas por el Canal de la Mancha a las costas de Inglaterra y te encuentras delante unos acantilados enormes. Cuesta escalarlos, pero si lo haces y llegas arriba, ves una pradera maravillosa, muy bella. Pues el ajedrez necesita ese periodo de esfuerzo, de aprender el movimiento, la táctica y la estrategia. Cuando dominas todo eso, aprecias la belleza del juego.

¿Debería estar más presente en los colegios?

Debería, pero yo soy más contundente: debería ser una asignatura estable como una herramienta de enseñanza. A los padres les recomiendo el ajedrez para que ayude a la formación del pensamiento lógico formal de sus hijos.

¿Fischer ha sido el mejor?

No se puede calcular. Es un proceso de aprendizaje in crescendo, así que no se puede comparar al primero con el actual porque el actual, Carlsen por ejemplo, dispone de información que no tuvieron los demás. Sólo se puede medir cuánto ha sobresalido esa persona sobre las de su época. Y en ese caso, Fischer sería indiscutible como lo fue en su momento Capablanca.

Del Mundial del 87 guardará mil anécdotas.

Yo era campeón de Andalucía absoluto y me encargaba del boletín instantáneo, una especie de análisis y avance informativo casi manual que hoy en día haría mucho mejor un ordenador. Era algo increíble y apasionante estar colaborando en un Campeonato Mundial con dos personas míticas de la historia del ajedrez como Kasparov y Karpov.

¿Qué nivel de ajedrez hay en España?

Es el mejor que ha existido. Ahora hay un nivel medio que ha subido mucho y el número de grandes maestros nunca lo hemos tenido en el pasado.

Entre ellos está el utrerano Miguel Santos.

Efectivamente. A Miguel Santos se le notaba desde muy joven el nivel que tenía. Yo lo escucho a veces comentando partidas en la web Chess24 y se ve su nivel de comprensión de ajedrez y lo bien que lo explica. El mero hecho de escucharlo es una enseñanza.