Atletismo - triatlon
Reyes Estévez: «Hay momentos que pienso que soy masoca... me gusta sufrir»
El exmediofondista participa en el Mundial de Ironman 70.3 en Marbella y a sus 49 años sigue buscando nuevos retos sin la presión de tener que ganar
Cómo prepararse para hacer un triatlón: consejos de un entrenador profesional
Reyes Estévez posa para ABC junto al cartel del Ironman
A sus 49 años, Reyes Estévez (Cornellá de Llobregat, 1976) sigue buscando retos. Especialista en pruebas de mediofonfo, sobre todo en 1.500 metros, donde consiguió sus mayores éxitos a nivel internacional, el catalán ha decidido dar el salto al triatlón. Este fin de ... semana disputa el Mundial Ironman 70.3 en Marbella, que por vez primera se disputa en territorio español. Esta modalidad cubre una distancia de 1.900 metros de natación, 90 kilómetros de ciclismo y 21,1 km. de carrera a pie. La suma de todas ellas son 70,3 millas (113 km), de ahí el nombre. Estévez participará en la categoría de veterano, menor de 50 años.
—¿Cómo afronta el reto de Marbella?
—Será mi segunda participación en la media distancia de Ironman y, siendo el Mundial en tu país, en Marbella, pues la verdad es que con mucha ilusión.
—¿Cuál es el secreto para seguir dando guerra a los 49 años?
—Proponerte nuevos retos. Después de una larga trayectoria a nivel profesional siempre he buscado nuevas metas. Cuando terminé de correr 1.500, quise correr un 10.000, cuando terminé el 10.000, pues media maratón… Ahora estoy con maratones, me salió la opción de poder hacer un Ironman, que es algo que veía muy difícil porque entran tres disciplinas que no domino. Pero se basa en eso, en marcarte retos para poder superarte.
—¿Disfruta con el sufrimiento?
—Hay momentos que pienso que soy masoca, me gusta sufrir... Cuando más cuesta un objetivo o un reto que te pongas, yo más lo valoro. El triatlón comprende tres disciplinas de las más duras que hay y que no tienen nada que ver entre ellas, sobre todo en los grupos musculares que se entrenan. Se sufre muchísimo, pero mientras se prepara y cuando se termina, la satisfacción hace que valga la pena.
—¿Cómo ha sido ese paso de medio fondo al triatlón?
—Si en 2010, que yo dejo de correr a nivel de medio fondo, me dicen que estoy corriendo ahora maratones, no me lo hubiera creído. Ni me hubiese pensado que a los 49 años estaría corriendo un maratón en 2:16. Me hubiera echado a reír. Me sorprendo hasta yo de lo bien que me estoy adaptando.
—¿Qué es lo que más le cuesta y con lo que más disfruta?
—Lo que menos me cuesta es obvio, la carrera. A lo que más me ha costado adaptarme es a la natación. Sí que sé nadar, pero ha sido complicado encontrar el ritmo o lograr buenos tiempos. Técnicamente tengo que mejorar. Son tres disciplinas con la complejidad de tener que saber adaptarlas porque no tienen nada que ver entre ellas. Hay que estar físicamente fuerte para poder aguantar.
—¿Y qué pasa por su cabeza mientras compite?
—La media maratón es muy factible para mí porque la tengo muy interiorizada. Es una de las cosas que menos me preocupan. En la natación sí que intento estar más tranquilo. Porque en aguas abiertas notas un poquito más de agobio, temes que la gente que está al lado te pueda dar un codazo o hacerte una aguadilla. Yo vengo de la alta competición, de someterme a presiones fuertes, y en ese sentido creo que lo voy a saber gestionar bien. En el agua y la bicicleta, es más complicado gestionar bien el esfuerzo, no intentar llevar un ritmo que no sea el mío para poder acabar bien.
—A David Meca, una leyenda en aguas abiertas, le daba pánico que le tocara una alga o pensar lo que podía haber debajo, en el agua…
—Imagínese a mí. Las primeras veces que iba a nadar en aguas abiertas solo… veía una medusa, me ponía histérico y me daba la vuelta… Imagínese que te toque algo el pie o ver un bicho… Pero bueno, también me ha servido mucho para superarme. Hace dos años me dice que voy a ir a nadar dos kilómetros yo solo con una boya y ya le digo yo que… Luego te das cuenta de que si te sabes abstraer bien de todos esos miedos que te pueden afectar, acabas disfrutando.
—Y en la competición, cuando coincide con algún chaval joven, ¿le respetan o le vacilan? ¿Qué percibe?
—Hay de todo (risas). En la carrera noto que hay mucho respeto aún, porque aún estoy corriendo a ritmo fuerte, pero siempre está el joven, y eso está bien, que viene y te desafía, e incluso me gana, que es lo que tiene que hacer. Pero sí que es verdad que cuando voy a competir en un triatlón noto esa sensación del que piensa: '¿este qué se cree, que va a ser igual que el atletismo? No sabe nadar o no sabe ir en bici'. Eso también me motiva para enfrentarme a lo que nunca había hecho, intentar mejorarlo y sobreponerme a ello. Yo creo que el Ironman de triatlón se trata mucho de eso, de superarse y ser cada día mejor.
—¿Y mentalmente cómo lo trabaja?
—Yo vengo del medio fondo, carreras de mucha velocidad, muy cortas, de tres minutos y medio. Pero con el tiempo el cuerpo se va habituando, vas perdiendo potencia, velocidad, vas ganando fondo… Y cuanto más larga es la carrera, entra más el aspecto psicológico. Cuando una persona está ilusionada y está bien centrada en lo que está haciendo disfruta haciéndolo. Cuando estoy sufriendo en una carrera pienso en todo lo que he tenido que pasar, en todo lo que he tenido que entrenar y, sobre todo, lo preparado que estoy para poder afrontar esos kilómetros.
—¿Un profesional puede cambiar el chip y competir solo para disfrutar?
—Totalmente. Yo ahora tengo un problema con esto, porque estoy compitiendo para disfrutar, pero ¿qué pasa? Que si no tengo ninguna lesión, soy constante en el entrenamiento y me están saliendo unos ritmos buenos estoy entre dos tierras, entre el profesional y el popular. Estoy disfrutando, pero también pensando que lo puedo hacer muy bien. Y ahí es difícil mantener la sangre fría para no ir más allá. Pero creo que lo sé gestionar muy bien. Estoy escuchando mucho a mi cuerpo, soy consciente que tengo 49 años, que aunque la cabeza me dice que vaya más rápido, que intente hacer más, tengo la sangre fría de poder gestionarlo y saber parar. Eso luego marca la diferencia porque te permite estar en el proceso de ser constante.
Reyes Estévez, durante la sesión fotográfica previa a la entrevista con ABC
—¿Y quién le prepara?
—Me entreno yo. Tengo el título de entrenador. Pero sí que es verdad que si voy más allá con los triatlones sí que me vendría bien un entrenador, sobre todo en disciplina de la natación y ciclismo.
—¿Qué caprichos se permite en la mesa? ¿Lo pasa mal?
—Llevo una dieta bastante estricta. Tengo prohibido el azúcar, los fritos, pero bueno, dentro de la comida normal, puedo comer de todo. Tampoco soy muy de dulce, pero como muchísima fruta, chuletones…
—¿Corre con música?
—Hay de todo. Hay días que a lo mejor tengo un rodaje largo, muy suave, y me gusta llevar música. Pero normalmente, cuando estoy enfocado haciendo un entrenamiento más específico de preparación, no me gusta, sobre todo cuando entreno en un sitio público en el que a lo mejor tienes que estar más pendiente de todo, y más ahora con todos los patinetes que circulan por las calles.
—¿El avituallamiento se entrena?
—Sí. Seguro que ha visto por la tele a alguien que intenta coger una botella y no coge ninguna, ¿no? Pues seguro que no lo ha entrenado y es difícil, eh… Sobre todo en bicicleta, que vas a 40 por hora. Es muy importante. Si te saltas un avituallamiento te puede llevar atrás de toda la competición.
—¿Cuánto le duran unas zapatillas?
—Poco, poco. La vida útil está en torno a los 400 o 500 kilómetros y yo estoy haciendo medias de 140 kilómetros semanales… Pues cuatro semanas…
—¿Cómo ha cambiado todo desde que era profesional?
—Una barbaridad. Ahora toda la información que tenemos a nivel de alimentación no es la que teníamos hace 10 o 15 años. También a nivel de entrenamiento, con todos los sensores y la información que te puede dar cualquier dispositivo. Todo se está midiendo ya casi al milímetro y marca mucho la diferencia porque te da mucha información. No corre más el que más entrena, sino el que optimiza mejor el entrenamiento.
—Se le ve disfrutando mucho…
—Sí, sí, sí, totalmente. Y sobre todo porque ahora estoy descubriendo un deporte sin la tensión y la presión que tenía antes en la élite, que tienes que ir a competir. Lo enfoco más como hacer deporte, salud… También me pego mis palizas, pero sabiendo gestionar y sabiendo que mis etapas a nivel profesional ya las quemé.
—¿Qué le parecen los retos de correr siete maratones en una semana?
—A mí no me motiva, la verdad. Además, creo que eso le puede dar una información errónea al corredor popular, que piense que una maratón es fácil. Una maratón es una distancia seria, hay que estar muy bien preparado y eso no se gana en un mes o dos meses. El problema es que ahora, con las redes sociales, te hacen creer que todo es fácil.
—¿Qué consejo le daría a una persona que empieza a correr?
—Lo primero de todo, hacerte un chequeo médico para saber que no tienes ninguna cardiopatía y empezar a entrenar de cara a un objetivo. Si no has corrido nunca empezaría por 5 o 10 kilómetros e iría subiendo a la media maratón.