Fútbol
Vinicius en el origen: un padre ejemplar, fútbol sala, malas notas, drogas acechando y cero racismo
Mundial de clubes
El Mundial de clubes aleja por unos días al brasileño de la gresca con la que convive en el torneo nacional y le reencuentra con el club que lo formó, el Flamengo. Un viaje a sus primeros pasos de la mano de sus descubridores
Cacau, el descubridor de Vinicius, junto al jugador brasileño
A la derecha de la gigantesca Bahía de Guanabara, a 50 kilómetros de Río de Janeiro, se ubica el municipio de Sao Gonçalo, el decimosexto más poblado de todo Brasil con más de un millón de habitantes. Allí unieron sus vidas Vinicius José Paixão de ... Oliveira y Fernanda, y con el paso de los años conformaron una familia más que numerosa. Primero vino Vinicius Jr, luego Alessandra, después Netinho y, ya afincados en Madrid, llegó Bernardo. En Sao Gonçalo, su hogar fue la casa de Nilzar, su abuela paterna, y su sustento el trabajo de técnico informático del padre, la figura que marcó la diferencia en la educación de quien hoy es el futbolista franquicia del Real Madrid y en su adolescencia se crió en la cantera del Flamengo, el gran rival del Madrid en el Mundial de clubes que hoy sube el telón de las semifinales.
Vinicius Jr. comenzó a jugar al fútbol a los cinco años, cuando ingresó en la Escola Flamengo São Gonçalo, una de los colegios satélites que tiene el club 'rubro-negro' en Río de Janeiro. Allí, su primer entrenador fue Cacau, que tardó poco en detectar que estaba ante un niño especial: «Mostraba unas cualidades muy por encima de la media. Era un jugador único. Veloz, técnico e inteligente en la toma de decisiones. Era tan bueno que le pusimos a jugar con niños que tenían tres o cuatro años más que él», explica su descubridor a ABC. Esta tendencia es la que ha marcado toda su carrera.
Vini siempre ha competido contra rivales de mayor edad y siempre ha sido mejor que ellos. Cualidades innatas de estrella a las que ayudó el fútbol sala, clave en su crecimiento. «El director del colegio Odete Sao Paio, un colegio privado de Sao Gonçalo, le ofreció a Vinicius pagarle la educación a cambio de que jugara en el equipo de fútbol sala. Allí aprendió a jugar en espacios reducidos y a ejecutar las acciones de juego con rapidez y astucia. Fue muy importante para desarrollar su potencial, su mentalidad y su coraje. Él nunca le tuvo miedo a nada ni a nadie», detalla Cacau.
Un padre ejemplar
Lo atrevido y descarado que era Vinicius con un balón en sus pies mudaba a todo lo contrario en sus relaciones interpersonales. Siempre fue un niño muy alegre, que contagiaba su felicidad a todos los que estaban a su alrededor, pero también era tímido y reservado. Se crio en el barrio Porto da Rosa, uno de los más conflictivos de Sao Gonçalo, que per se ya era un lugar donde la delincuencia, la violencia y el tráfico de drogas eran rutina en el día a día. Ahí sobresalió la figura de sus padres: «La gran diferencia de la vida de Vini respecto a las de otros futbolistas brasileños es su padre. Una persona muy diferente a la gran mayoría de padres de jugadores. Siempre le llevó por el lado correcto y nunca le interesó el dinero. Le enseñó a ser buena persona e ir por el buen camino. Para los jóvenes de Porto da Rosa lo más cómodo era dedicarse a vender droga, en lugar de intentar estudiar o trabajar. Así ganaban dinero fácil y rápido. La familia de Vini está muy bien estructurada y jamás le permitió acercarse a ese mundo ni a malas compañías».
El padre hizo todo lo que estuvo en su mano para cumplir el sueño de su hijo, y si eso requería el sacrificio de irse solo a Sao Paulo para trabajar en otra empresa que le pagara más dinero, lo hacía. A los 10 años, Vinicius pasó de Sao Gonçalo a las categorías inferiores del Flamengo, y ese cambio le obligaba a coger tres autobuses para recorrer los 75 kilómetros de distancia que había entre su casa y la ciudad deportiva del club carioca. Tres horas en los días de poco tráfico, más otras tres horas de vuelta y otros 75 kilómetros en autobús. Los viernes, era aún peor. Su hogar estaba en una ruta de acceso a las playas y el regreso del entrenamiento podía suponerle entre cinco y seis horas de traslado. Todo ello tenía un coste económico importante que el padre tuvo que sufragar mudándose de Río a Sao Paulo, hasta que, a los 14 años, Ulysses, primo del padre y administrativo de profesión, y Tatiana, la mujer de este, acogieron al crío en su casa del barrio de Piedade, en el norte de Río, a 35 kilómetros de la sede del Flamengo. El traslado se quedó en hora y media: «Ambos también han sido muy importantes en la educación de Vini. Tanto que se fueron con él a su casa de Madrid como él hizo en ese momento, a sus 14 años. De lunes a viernes vivía con ellos y los fines de semana regresaba a Sao Gonçalo. Mejoró en calidad de vida y en comodidad, y eso le ayudó a seguir focalizado en el fútbol y en su carrera», recuerda a este periódico Carlos Noval, responsable en aquella época de la cantera del Flamengo y, actualmente, gerente de transferencias y mercado del club brasileño.
Admiración de los rivales
«Nunca olvidaré cómo driblaba a los rivales y estos iban detrás de él persiguiéndole sin opción ninguna de alcanzarlo. Siempre ha tenido una estructura física de élite. Un chico muy, muy veloz que era admirado y respetado por los contrarios y por los padres de los contrarios», explica Noval. «Vinicius ha sido el único futbolista en el que yo vi algo diferente al resto, y eso que he estado veinte años trabajando con niños. Estaba predestinado para llegar a dónde ha llegado y, por eso, teníamos que cuidarlo y mimarlo. Sus padres y sus tíos siempre tuvieron muy buena sintonía con el Flamengo para mejorar su carrera. Todos miramos por su bien y nadie quiso aprovecharse de él, algo que en otros muchos casos sí ha sucedido».
Tanto Cacau como Noval desvelan que los alarmantes casos de racismo y menosprecio que Vinicius lleva tiempo soportando en España no existieron nunca en Brasil: «Aquí fue todo lo contrario. Aficionados y padres de otros equipos siempre quedaban fascinados con su juego y su educación. Nunca tuvimos una falta de respeto hacia Vinicius. Igual en España no lo saben, pero la fortaleza mental de Vinicius es inquebrantable. Jamás se va a derrumbar por mucho que le ataquen, y va a contestar a toda esa gente que le llama macaco donde mejor sabe, en un campo de fútbol», explica Cacau.
«Fue un chico muy bien educado, que siempre respetó a compañeros, rivales, técnicos y profesores. Nunca sufrió un episodio racista. Solo en una ocasión, cuando ya estaba en el primer equipo, su tío Ulysses sí que fue increpado por unos aficionados del Botafogo que le llamaron mono y le señalaron con el dedo el color de la piel, pero fue un episodio aislado y hacia su tío. Jamás nunca lo sufrió Vinicius», recuerda Noval.
Donde no era el mejor ejemplo fue en la formación académica. Vinicius no quería ni le gustaba estudiar y, de ahí, venían las pocas discusiones con su madre, que se desesperaba con las notas de su hijo: «Tenía que tirarle de las orejas para que estudiara y él me decía que solo quería jugar al fútbol. Así que a veces le quitaba de los partidos porque las notas eran muy bajas y tenía muchos suspensos. Pensaba que ese castigo le haría estudiar, pero era imposible», cuenta Noval.
Con 16 años, Vinicius firmó su primer contrato como profesional y debutó el 13 de mayo de 2017, en un partido contra el Atlético Mineiro. Ese mismo año fue campeón, máximo goleador y mejor jugador del sudamericano sub-17. Poco después, el Madrid anunció su contratación, en una operación de 45 millones que sorprendió a muchos, y que el tiempo ha demostrado que salió barata. «Fue una sorpresa para todos, pero también una gran felicidad. Ojalá podamos enfrentarnos en la final. Será especial para él y para Flamengo. Siempre será uno de los nuestros», añade Noval, que mantiene muy vivo el contacto con Vini: «Después de sus partidos hablo con él para revisar lo que ha hecho bien y lo que puede mejorar. Yo intento aconsejarle con la idea de hacerle mejor jugador y él escucha, que es una cualidad muy importante en el fútbol, y en la vida. Y Vinicius siempre la tuvo».
En el verano de 2018, una vez cumplidos los 18 años, consumó su traslado a Madrid. Se instaló en La Moraleja junto a sus padres y hermanos, sus tíos y Wesley y Menegate, sus dos mejores amigos en el Flamengo. Su fichaje también supuso un antes y un después en la relación del club blanco con el fútbol brasileño. Por primera vez, una estrella ofensiva elegía el Real antes que el Barça. Hasta entonces, figuras como Romario, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho o Neymar se inclinaron por el club azulgrana. Solo Robinho rompió ese patrón, pero era el menos talentoso. Un punto de inflexión que ha marcado el camino de Rodrygo o Endrick y que ha iniciado una nueva etapa que ya está dando muchas alegrías al Real Madrid. La próxima puede ser el quinto Mundial de clubes de la historia blanca, ante el club que educó y formó a Vinicius, el niño prodigio de Sao Gonçalo.