Valverde, el empleado del mes de Xabi Alonso: «Me hace la vida fácil»

Mientras Gonzalo se llevaba la gloria del gol, Valverde la de mejor futbolista del encuentro. Lo fácil era darle el premio al chaval o, incluso, a Di Gregorio, autor de cinco paradas sensacionales que evitaron una goleada, pero el partido de Federico ante los italianos fue un derroche de todo lo que tiene que ser un centrocampista en fútbol moderno. Piernas, asociación, presión, ayudas defensivas, llegada desde la segunda línea y disparo desde fuera del área.

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«A Valverde le veo en muchos sitios, como me pasaba con Steven Gerrard», dijo Xabi en la previa del partido de octavos. Una polivalencia que se convierte en bendición para Alonso, obsesionado con lograr un centro del campo dominante que le permita ejecutar ese plan de juego en el que su Madrid sea activo y no reactivo.

Alonso ha leído a la perfección las virtudes de Valverde. Desde la marcha de Kroos, lleva el '8' en la espalda, pero nunca va a ser Kroos. Es otro tipo de futbolista, con características muy diferentes a las del alemán. Darle en exclusiva la manija del Madrid desde la base del juego no es la mejor idea para sacar la versión top del uruguayo, de ahí que Xabi le haya incrustado en esa posición de doble '6' que en este Mundial está compartiendo con Guler, en una inusual e inédita pareja de pivotes que ha juntado a un futbolista con buen pie con otro multifacético. Sobre el papel, y en la hierba, la mezcla de momento le está saliendo redonda a Alonso.

El estilo de Valverde no es recibir de espaldas, girarse y construir, sino jugar con la libertad de tener mucho campo por delante para romper líneas con esa potente zancada y aceleración que tiene. Un jugador de ida y vuelta, con dos pulmones privilegiados y un gen competitivo como pocos en la plantilla: «La idea de Xabi es desgastar mentalmente a los rivales», desveló el uruguayo tras el pase a cuartos.

Ante la Juventus, Valverde disputó 89 minutos, que son las mismas veces que pasó el balón, con un porcentaje del 93% de acierto, con cinco ocasiones generadas y cuatro remates, uno de ellos una chilena que pudo haberse convertido en el gol del torneo si Di Gregorio no hubiera estado ahí. Números de trazo grueso en el partido número 63 de Valverde esta temporada (70 si le sumamos los siete con Uruguay). Ya está a solo un partido de igualar el récord de Fernando Torrés, Mata y Óscar, que en la temporada 2012-2013 con el Chelsea disputaron 64, el máximo de un futbolista en Europa durante una sola campaña. Una paliza de minutos y kilómetros que no pasan factura a Valverde, que solo ha estado fuera esta temporada en cuatros partidos, dos por lumbalgia y otros dos por problemas musculares.

Contratiempos en la espalda que coincidieron con las críticas de Mina Bonino a Ancelotti por ubicarle en la banda durante un par de partidos allá por el mes de octubre. No estaba jugando bien Valverde y, además, Carletto, que no acaba de dar con la tecla, quiso llegar a ella con varios cambios de posición del uruguayo que provocaron el enfado de su pareja.

U n asunto que ya fue aclarado por el propio jugador y que no fue más allá de esa opinión pública de Mina, seguramente evitable. Ancelotti adoraba a Valverde, en lo personal y en lo profesional, y eso ya le sucede también a Xabi Alonso. Como también les pasa a los compañeros. Valverde ha sido siempre un capitán sin brazalete, y ahora que lo lleva lo es aún más. Siempre soñó con llegar a ese estatus, y lo está ejerciendo a la perfección. Aquí en Estados Unidos, más que nunca está encima del vestuario. Ya defendió a Asencio tras sus errores ante Al-Hilal y Pachuca, y también ha manifestado su admiración por lo que está haciendo Gonzalo: «Trabaja en silencio y representa el escudo del Real Madrid de una manera increíble. Es un ejemplo para todos los canteranos de Real Madrid».

Como ejemplo es él, encantado con su rol de líder y lo que ello genera en el vestuario: «Intento sacar el fruto a mis compañeros y ellos me hacen sentir más aliviado a la hora de ser capitán. Dar órdenes se hace más fácil. Ellos obedecen y hacen caso», sentencia.