Rodrygo le da alas al Madrid y lo clasifica para los cruces

De momento, la primera parte del trabajo lo sacó adelante ante un Red Bull Salzburgo sin taurina, cafeína ni, por supuesto, alas. Antepenúltimo de esta fase de grupos y segundo equipo que más goles ha recibido. Su lugar está en la Europa League. O en la Conference. De Champions es el Madrid. Y Rodrygo. Partidazo del brasileño: doblete para abrir la lata, participación en el tercero y unos cuantos destellos de crack.

Abramos el melón. Hay muchos madridistas, más de los que la gente se imagina, que creen que Goes es mejor jugador que Vinicius. Tienen sus argumentos, no es un capricho de niño rico. Primero, entienden que es un futbolista con más recursos e inteligencia, y más capacitado para jugar en varias zonas del campo. Segundo, consideran que tiene más gol y es más elegante. Y tercero, creen que su actitud y su comportamiento está más cerca de lo que supone vestir la camiseta del Real Madrid, algo que no siempre cumple Vinicius.

Lo que ocurre es que la mejor versión de Rodrygo, la que le llevaría incluso a pelear por un Balón de Oro, es por banda izquierda, y bastante tiene Ancelotti con intentar convencer al madridismo que ese es el sitio de Vinicius y no de Mbappé. Como para pensar en abrir otro debate con Goes. Pero la realidad es que cada vez que Rodrygo juega en esa zona pasan cosas, como por ejemplo contra Las Palmas, por la ausencia de Vinicius, o como anoche contra el Salzburgo, cuando se permitió la licencia de caer a la izquierda para marcar uno de sus mejores goles con la camiseta del Madrid.

No tiene la prensa ni el foco mediático de Vinicius y sabe que cuando lleguen los partidos de la verdad, y Ancelotti recule en su idea de jugar con los cuatro fantásticos, el sacrificado será él, pero si el City y el PSG le triplicaban el sueldo el pasado verano no es porque a los jeques le guste regalar el dinero, por mucho que se limpien el trasero con billetes de 500.

Rodrygo, con la ayuda de Bellingham, le dio sentido a una primera mitad desganada del Madrid, en la que incluso llegó a escuchar pitos tras una jugada del Salzburgo en campo blanco contemplada desde la mirada por los futbolistas de Ancelotti. Fue justo antes del 1-0.

En el 23, Mbappé combinó con Vinicius y el brasileño, tras llegar al pico del área, recortó y puso un balón a Bellingham que, en su intento de controlar, acabó matando el balón y convirtiéndolo en una asistencia para Rodrygo. De primeras, con el interior de su bota derecha, lo puso en la red el brasileño. Premio a su fe para llegar a un ataque que no debía haber llevado su firma.

Trece minutos después, Rodrygo dobló la ventaja. Pared con Bellingham, que el inglés le devolvió con un taconazo más bonito que un Land Rover, y banana al palo largo de Blaswich. Un gol del fútbol ochentero. Son ocho tantos de Goes en los últimos nueve partidos. Once en total.

Del vestuario salió el Madrid con ganas de darle a su gente más goles y mejor fútbol. No era difícil. Delante había un equipo invisible y un portero disfrazado de mujer barbuda. En el 48, Blaswich recibió un balón en área pequeña, tras un control largo de Mbappé que acabó en los pies de Blank, y la mejor idea que se le ocurrió fue subestimar a la presión de Kylian. Su regate tenía las mismas expectativas que un triple en la discoteca a las seis de la mañana, y pasó lo que tenía que pasar. Robo de Kylian y pasecito a la red entre risas. 3-0.

Siete minutos después, en el 55, Modric se puso el traje de Kroos y le dio uno de esos pases que Toni solía meterle al espacio a Vini. Balón de dentro hacia afuera para que el brasileño sacara sus dos mejores virtudes, la velocidad y el dribling, para deshacerse de dos rivales y fusilar a Blaswich. Lo mismo que hizo en el 5-0. Carrera por el carril central, recorte y definición con la izquierda. La honrilla la puso Bidstrup, con un voleón en el 85.