Pena máxima de Mbappé en San Mamés

No hubo disparos en la primera mitad. No al menos entre palos, así que el salseo lo puso Sánchez Martínez, uno de esos árbitros, de los pocos, a los que le llama el VAR para señalarle un penalti a favor del Madrid y dice que ancha es Castilla. Ya lo hizo Hernández Hernández en el derbi del Metropolitano de la temporada 20-21, aquella que Simeone calificó en verano de peligrosamente preparada y luego acabó ganando por una serie de decisiones arbitrales en contra del Madrid bastante... peculiares. Dejémoslo ahí.

No fue su única decisión controvertida. Antes de que 'Manolete' le llevara la contraria a sus compañeros, también dijo que no hubo penalti en un claro agarrón de Gorosabel a Mbappé. En el minuto 10, mientras el francés regateaba al lateral del Athletic, este le agarró de la cintura, le dejo a la vista los calzoncillos y acabó por tirarlo al suelo. Agua.

Tres minutos después llegó ese gol anulado a Mbappé, por fuera de juego. El balón vino rebotado por Prados, tras un disparo de Fran García que, primero, dio en Vivian. El colegiado interpretó que era la misma acción y, por lo tanto, como Kylian estaba adelantado cuando disparó el lateral blanco, el tanto no era válido.

Luego, el VAR le llamó para que mirara la zancadilla de Gorosabel a Rodrygo, previa al disparo de Fran, pero para lo que Figueroa Vázquez era pena máxima, no era tal para Sánchez Martínez. Esas decisiones nada corporativas que suelen salirle cruz al Madrid. Caray.

En cuanto a fútbol, prácticamente nada de los de Ancelotti, y poco de los de Valverde. Ambos se sentían más cómodos sin la pelota que con ella. Fue Berenguer quien dispuso de las dos más claras del Athletic. La primera, a los 20 segundos. Asencio le sacó el balón limpio y evitó un mano a mano con Courtois. En el 30, un taconazo de Iñaki sí que le dejó solo ante el belga, pero la mandó a la ría de Nervión con la cara interna de su tobillo derecho. Mal perfilado y con el cuerpo echado demasiado atrás.

Fue lo único potable en las áreas. De esas primeras partes entre dos grandes equipos que sale marchita, con más intensidad que fútbol. Como cuando lo mejor de tu trabajo es el momento en el que te vas a casa. Eso pensaron muchos aficionados cuando Manolete mandó a los dos equipos a la hora del bocadillo.

A los puntos sí que parecía ganador el Athletic, pero eso no era consuelo para San Mamés. Ni para los jugadores. Así que del vestuario salió con la misma idea. Presión alta e intensidad para generar errores que le posibilitaran ocasiones. Y lo consiguió.

En el 57, un centro de Iñaki desde banda izquierda no terminó de atacarlo Asencio, lastimado en su pierna izquierda por un golpe con Nico en la jugada previa a ese 1-0. Courtois tampoco reaccionó a tiempo y su despeje acabó en el cuerpo de Berenguer, que en el área pequeña y con el belga vencido, metió con su cuerpo el balón en la red.

Diez minutos después, llegó el penalti de Mbappé. Infracción clara de Agirrezabala, que al intentar taponar un remate de Rudiger, que acabó estrellándose en el larguero, estampó sus puños en la coronilla del alemán, además de golpearle con las rodillas en la espalda. Esta vez sí cogió el balón Kylian y tomó la decisión de tirar, pero su disparo empeoró el de Anfield, lo que ya era complicado. Flojo, a media altura, centrado y con la cabeza abajo.

En el 78, Bellingham arregló el error del francés remachando un disparo de Kylian, irregularmente despejado por Agirrezabala. 1-1 y partido nuevo con doce minutos por delante, pero a este Madrid en modo montaña rusa lo que faltaba por ver era a su jugador más fiable, Valverde, cometer un error de juvenil.

En el 80, conducción temeraria hacia propia portería, con De Galarreta oliendo la sangre. Buen olfato. Le robó el balón al uruguayo, enfiló a Courtois y le batió con un toque sutil al palo corto. 2-1 y explosión en San Mamés. Este Madrid sigue sin ser fiable. Mbappé, tampoco.