Nico Paz consuma la victoria sobre el Nápoles y el primer puesto del Madrid

La idílica situación del equipo blanco, engrandecida por las numerosas lesiones, en relevancia y duración, no se debe confundir con la exigencia del Madrid. Ni valían como títulos las tres semifinales de Champions de Mourinho ni la privilegiada posición actual. En mayo se puede ganar todo, o nada. Hay mimbres para lo primero, pero el camino por delante está lleno de trampas, propias y ajenas.

Este miércoles, por ejemplo. El campeón de Italia, con entrenador nuevo, llegaba al Bernabéu con la necesidad de sumar para asegurarse su pase a octavos, y solo tardó diez minutos en marcar territorio. Un centro de Kvaratskhelia desde la izquierda encontró en el segundo palo a Di Lorenzo, más rápido y listo que Bellingham, dormido en la marca. El lateral la puso al palo contrario para que Simeone la empalara a la red. No la tocó, pero no hizo falta. Su remate lo paró Lunin ya dentro de la portería. El colegiado francés señalaba el reloj. Ojo de halcón en la Champions, invento infalible y, también, inexistente en nuestra liga. 0-1

Reaccionó el Madrid como manda su escudo. Sesenta segundos después, robo de Brahim en el círculo central, ruleta para superar a Rrahmani, línea recta hacia él área, asociación con Rodrygo y el brasileño la clava en la escuadra. Goes sigue su tendencia alcista, como los buenos valores de Bolsa. No es la cantidad, que también, sino la calidad de sus golazos. Otro chicharro que postula a formar parte del Prado.

Como el caño que le tiró Bellingham a Lobotka. Cintura escacharrada. Fue ya casi al final de una primera mitad donde volvió a poner su sello de visita. En el 22, un centro con banda sonora de Alaba lo llevó Jude dentro de la portería con su frente. Apenas tuvo que elevar los pies de la hierba. También tiene cosas de Santillana. Es el único futbolista de la historia del Madrid que ha marcado en sus cuatro primeros partidos de Champions. ¡Hey, Jude!

El inglés se marchó al descanso lastimado de su tobillo izquierdo. Mal apoyo en una acción aislada, sin impacto alguno con ningún rival, que le obligó a irse al suelo y ser atendido por los médicos blancos. Tras volver al campo, Kroos le preguntaba cómo estaba. Pulga arriba del inglés. Susto, y nada más.

El alemán, por cierto, volvió a dar un recital al mando de las operaciones. El futuro de Ancelotti eclipsa cualquier otra renovación, pero Toni está ahí también, con hoja de caducidad el 30 de junio. Primer aviso.

En una buena parte de la segunda mitad, inexplicablemente, el Madrid decidió dimitir. Los jugadores apagaron el interruptor y al Nápoles, como buen equipo sureño, le gusta la luz. Como la que puso Anguissa en el 47. Pase al espacio de Di Lorenzo, centro del camerunés que rechaza Ceballos y vuelve a la posición del atacante africano, que fusila a Lunin con una violenta volea. Mal Alaba y mal Mendy, que defendieron con la mirada a Anguissa.

Fueron los mejores minutos del Nápoles, ante un Madrid dormidina que provocó una bronca monumental de Rudiger a sus compañeros, impasibles en las vigilancias y sin apenas rascar bola. En el 68, Osimhen hizo el 2-3, pero estaba en claro fuera de juego. Ahí despertó por fin el Madrid. Siesta nocturna excesiva.

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I. J.

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Joselu la tuvo con la cabeza, la rodilla y de chilena. También Bellingham, en una arrancada y punterazo que tapó bien Meret. Hizo lo propio a un cabezazo de Rudiger, a centro de Jude. Hasta que llegó el niño Nico Paz.

En el 85, el mediocentro recibió un balón en tres cuartos del campo, giró, condujo hacia el área y soltó un zurdazo desde 25 metros al palo izquierdo de Meret. El balón botó justo delante de las manos del guardameta italiano, y para adentro. 3-2 con firma de La Fábrica. Y 4-2 de Joselu con perdón, ya en el 94, tras haber tirado al retrete un carro de ocasiones. Le asistió Bellingham, que siempre está, aunque le duelan el hombro y el tobillo.