Las razones por las que el Real Madrid al fin ganó al Barcelona

Era tal la seguridad con las que las barcelonistas llegaban al choque que, a sólo 48 horas Aitana resumió perfectamente la arrogancia y prepotencia con las que encaraban el encuentro: «Creo que para esto (perder contra el Madrid) aún queda». Ignoro si para Aitana dos días son muchos o pocos, pero lo cierto es que la humildad y la prudencia que debe abanderar todo deportista ante un rival, brillaron por su ausencia.

Ansiedad, precipitación, fallos técnicos hasta ahora desconocidos en las jugadoras azulgranas sobre todo en los controles y en los últimos pases de cara a gol, y caras desencajadas (poco acostumbradas a la derrota) dejaron a la vista su desconcierto e impotencia.

El excepcional planteamiento táctico que planteó Alberto Toril en su 150 partido como entrenador del primer equipo madridista femenino, hizo que las jugadoras saltaran al campo sin complejos, con garra y firmes, haciendo una presión alta como hasta ahora no se había visto y sobre todo, tapando los espacios indefendibles (así los define Guardiola), espacio entre las defensas laterales y centrales, por donde tantísimo daño hacen las barcelonistas.

A todo esto hay que añadir que las jugadoras azulgranas en las transiciones ofensivas blancas tuvieron que correr hacia atrás, algo con lo que sufren muchísimo como ya se demostró también en la última derrota en liga recientemente frente al Levante.

Ya escribimos hace unas semanas que el vestuario del Barça no era precisamente una balsa de aceite. Y quedó patente en la actuación del entrenador, cuando en el descanso no se atrevió a quitar a Alexia Putellas, totalmente desapercibida en la primera parte, y a cambio retiró del campo a la jugadora, en mi opinión, más brillante en la primera parte: Sídney Schertenleib, de tan sólo 17 años. Con este y otros movimientos similares, comienza a verse una fisura de falta de liderazgo de Pere Romeu en el vestuario, algo que le permite sobrevivir hoy por hoy, aunque a la larga, le acabará arrastrando. El gol anulado con 1-1 era legal, sí, pero no es excusa. El partido contó muchas más cosas que el resultado.

Algo debió remover la última victoria del Barcelona femenino frente al Real Madrid en Valdebebas por un contundente 0-5 el pasado 6 de marzo. Me consta que las altas esferas del club madridista estaban al límite por las humillaciones que, partido tras partido, se producían en cada clásico. Y, a pesar de que desde la dirección deportiva de la sección se dijera que «el equipo no tiene ninguna presión», la realidad es que a partir de esa derrota el Real Madrid por fin ha hecho clic. El comportamiento del equipo en el terreno de juego se empieza a parecer a lo que siempre ha sido el Real Madrid.

Conscientes de que la eliminatoria de Champions frente al Arsenal podría suponer que el Real Madrid se clasificara entre los cuatro grandes de Europa, los cambios ya se produjeron antes del partido del pasado martes. Por un lado el equipo se concentró en un hotel la noche antes del partido; por otro, algunos de los altos ejecutivos del club estuvieron presentes en el palco del Alfredo Di Stefano, entre ellos Santiago Solari, director de Fútbol, Emilio Butragueño y Roberto Carlos, este último, además, vinculado al fútbol femenino a través de su hija, jugadora del equipo cadete en la cantera madridista. Resultado de 2-0 y eliminatoria encarrilada, eso sí, a la espera de que salten al campo con firmeza y contundencia, ordenadas y serias, para encarar el partido de vuelta, a fecha de hoy, el más importante que van a jugar las blancas en su historia.