Real Madrid 1 - 1 Girona
Tarde de siesta y VAR en el Bernabéu
liga santander
El Girona, de penalti, arranca un punto ante el líder, que acaba con diez por expulsión de Kroos
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Iniciar sesiónAcogerse a la polémica del VAR, que la tiene, no sería del todo bueno para el Madrid porque el empate del Girona tiene mucho de justo. Los de Míchel hicieron un gran partido y el Madrid regaló la primera parte, que es mucho regalar. ... Llegó con lo mínimo al final, a un territorio en el que surgen duendes en la sala VOR, donde ya no miran dos ojos, sino cuatro, seis o quizás más.
En el Madrid había alguna cosa prometedora al principio. Sobre todo, la posición de Camavinga, que como mediocentro estuvo mejor que de interior. Empezó siendo lo más activo del equipo. Estuvo en muchos sitios, la tocó rápido y salió de la presión con solvencia y hasta distinción. La importancia le espabila, que el foco le apunte de lleno le sienta bien.
Pero no era la mejor tarde del Madrid. Trataba Camavinga de mover algo pesado y adormilado. El Girona será un modesto, pero un modesto con 'propuesta' y su 4-1-4-1 con Romeu en el centro dio bastantes problemas al Madrid. No entraba por las bandas, ni Valverde ni Vinicius, tampoco los laterales. Y todo quedaba al juego interior: disparos de Camavinga, de Valverde, y las jugadas en las que Rodrygo intentaba ser Benzema, trazar esa línea desde el lugar del nueve a la mediapunta. Ahí tiró al palo en el minuto 23, en la única ocasión madridista clara en la primera parte. El Girona gustó porque su encajonamiento era perfecto sin parecer un autobús aparcado a la antigua. Ese macizo central táctico pensado por Michel se complementaba con instantes de presión insolente arriba y con un manejo pulcro y equilibrado de la pelota. La posesión era disputada. Durante largos minutos el Madrid no la tenía y tampoco la recuperaba, como si no quisiera activar aun la presión. Le quedaba correr, pero el Girona no dejaba espacios. Así que tapadas las bandas y secos los interiores en tarde sin cafeína, el Madrid era muy poca cosa. Además había un cierto temblor trasero. Propensión a la floritura en la salida de la pelota por parte de Mendy y extrañezas varias en Rudiger, que es un excéntrico, y que tampoco se anticipaba a los inteligentes aunque previsibles movimientos del nueve rival, Castellanos. Rudiger vio, por ejemplo, cómo su remate no fue gol por muy poco en el 19. Fue una ocasión clara gerundense, aunque aun tuvo más peligro, minutos después (min. 38), el violento remate al larguero de Yangel Herrera en una jugada en la que Valery, con solo un control orientado, dejó en evidencia a Carvajal. Qué cosas no le hará Vinicius en los entrenamientos...
Pero tampoco estaba Vinicius. No había llegado al partido. Solo hubo detalles de Rodrygo y detallitos de Camavinga en la primera parte, y muy poco más. Al descanso, el Madrid parecía haberse quedado enganchado en el cambio horario.
Rodrygo pedía apoyo a la grada, y eso lo repitió Vinicius nada más volver del descanso, como si pidieran ayuda para despertarse. Se activaban los mapas de calor en el Madrid, las líneas se alzaban como un paso y Vinicius empezaba a danzar alrededor del Girona como una tentación alrededor de Simeón el Estilita.
A pesar del clásico arreón, el Madrid estaba incómodo, y algunos, como Kroos, parecían hasta fuera del partido. Superado en un lance, lesionó a Couto sin alevosía pero con impotencia. El Girona había jugado con dos laterales derechos, haciendo un sandwich de Vinicius en un 4-1-4-1 que se hacía al instante 5-4-1. Había mucha cavilación táctica ahí.
El plan A, definitivamente, no funcionaba y Ancelotti quitó un mediocampista (Camavinga) para que entrara Asensio con la esperanza del centro.
Alaba subía hasta ser un mediocentro a la altura de Kroos, pero no podía perder de vista a Rudiger, que volvió a cometer con la pelota alguna extravagancia peligrosa. Sus carreras despertaban luego los aplausos más facilones del público.
El Madrid subió su juego, atornilló al Girona con lo que podríamos llamar su auténtico estilo, una mezcla de dominio y empeño, de presión, alas abiertas y un martilleo de juego por goteo que ya contaba con Modric y Valverde de primeros violines, Rodrygo y Asensio de segundos y Vinicius, quién si no, de 'prima donna': una jugada colectiva llegó a Valverde, que ganó espacio para centrar al área donde él apareció como rematador. Que conste: sin Benzema, que le debe medio Balón de Oro, el nueve está siendo él.
Quizás los cuatro medios de salida habían sido una concesión. La entrada de Asensio como mínimo cambió la disposición. Sin embargo, Asensio, que había podido marcar el segundo, cometió unas manos que solo detectó el VAR, es decir, unas inframanos, un infrapenalti que marcó Stuani. Un rechace y un brazo semiextendido, ese gesto instintivo de protección que ya va estando de más. Igual que antes había 'castrati', Valdebebas tiene que dar un paso adelante y empezar a crear jugadores mancos. Pero no mancos de mano, sino amputados desde el codo. Sería la especialización definitiva y la única forma de afrontar con tranquilidad esta Liga.
El Madrid lo intentó con más ruido que nueves. Gazzaniga, brillante, palpó apenas una pelota contra el suelo y el árbitro interpretó, de nuevo con criterio nada casero, que eso invalidaba un gol de Rodrygo. Luego Kroos, que nunca estuvo del todo, fue expulsado por la segunda amarilla lastrando la posible épica del descuento. El estadio se puso europeo, el equipo vibrante, y el contraste con el ambiente sesteante de la primera parte parecía tan grande que traía consigo una acusación: ¿por qué el Madrid empezó tan tarde? ¿Y por qué el estadio se terminó de despertar con el VAR? En todo ello había algo de natural y de inevitable, pero la remontada no fue y hasta quedó deslavazado el intento.
Le quedan tres partidos al Madrid para despejar una pequeña sensación de bache y cansancio antes del parón de la competición.
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