El Madrid deja vivo al Chelsea

«Vamos a ganar», dijo ante la pregunta de un periodista inglés, con aspecto de unas cuantas horas de vuelo, que le abordó a la salida del afamado restaurante: «¿Cuánto?», le repreguntó. «0-3», contestó Todd emulando aquella bravuconada de Boluda de 2006, en la que aseguró que el Madrid le infligiría un chorreo al Liverpool y sucedió justo lo contrario. Algo parecido a lo de anoche.

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Rubén Cañizares

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El norteamericano debió salir encantado con la bodega del Zalacaín. No tanto del palco del Santiago Bernabéu. Seguro que no olvidará su primera presencia en el estadio blanco. Tampoco Lampard, que nunca se enfrentó al Madrid como futbolista, y en su estreno como entrenador tiró de sistema conservador, con cinco atrás y sin nueve.

El plan de Frank sorprendió al Madrid, perezoso en la génesis. Joao, en el minuto 2, se presentó solo ante Courtois. La velocidad, intimidación y presencia de Militao incomodaron la carrera y el disparo del luso, flojito a las manos de Courtois. Fue la primera y única vez que apareció el excolchonero. Futbolista de ratitos, cortos. Más ruido que nueces. Se llevó una buena pitada en el 65, cuando Lampard le mandó al banquillo.

Al aviso del Chelsea le siguió uno doble del árbitro, virgen en el Bernabéu. El francés Leitixier marcó territorio pronto. A los siete minutos, Fofana y Camavinga con amarilla. Extrañas en contexto Champions durante los primeros minutos, pero justas las dos.

No tardó en despertar el Madrid, que desde la cartulina a Eduardo se puso a jugar. Y ya no paró. La pista la dio el Chelsea, que era una tarrina de gelatina en la salida del balón. Ahí encontraron los blancos sus mejores ocasiones y, en una de ellas, abrió el marcador.

En el 21, robo de Kroos en banda derecha del Chelsea. Carvajal, inteligente en el movimiento, se le ofreció pasado el centro del campo, donde había un páramo. El lateral, que ayer mejoró todos los balones que pasaron por sus pies, puso un centro perpendicular al espacio, para Vini, cuyo remate sacó una mano izquierda milagrosa de Kepa. Benzema, que acompañó la jugada a lo Raúl González, la embocó a la red. 1-0.

La felicidad pudo ser efímera. Solo un minuto después, un despiste de Camavinga provocó que Sterling rematara en boca de gol. Escorzo imposible de Courtois para mandar el balón a córner. Alaba apretaba los puños y chocaba su pecho con el belga. Militao, también. Paradas que valen goles. Era el uno y medio a cero.

Vini y Valverde tuvieron el segundo, pero Thiago en la raya de gol y las manos de Kepa lo evitaron. Minutos de agobio blanco que anestesiaba el portero vasco con sutiles pérdidas de tiempo. El Chelsea llevaba 40 minutos pidiendo el descanso. Y se pasó 45 más deseando irse a la ducha.

La expulsión de Chilwell, justo a la hora de partido, condicionó la segunda mitad, el desenlace del partido y, seguramente, la eliminatoria. Inteligentes Rodrygo, atacando el espacio, y Valverde, leyendo el movimiento y poniéndole un preciso balón de 30 metros. El lateral inglés no tuvo más remedio que inmolarse ante el mano a mano que se le presentaba al brasileño. Era el segundo contratiempo consecutivo para los blues, que poco antes habían perdido a su mejor defensa, Koulibaly, por problemas musculares.

Con media hora por delante y uno más, el Madrid solo pudo doblar la ventaja, pero el 2-0 sigue siendo un buen resultado. Asensio, como tantas otras veces, sacó su martillo pilón a pasear. Otra vez decisivo desde el banquillo. Jugada de estrategia desde la esquina, asociación de Modric, Kroos y Vinicius, y asistencia del brasileño a Marco para que desde la frontal la pusiera por debajo de las piernas de Fofana, antes de entrar en la esquina de la portería.

En el horizonte el Manchester City, el City de siempre, más un tal Erling Haaland. Palabras mayores. Pero como dicen nuestros abuelos, siempre sabios, cuando el Madrid llegue a ese río ya cruzará su puente. Primero toca el de Stamford, al sureste de Londres.