El juez y parte de Vinicius que se vuelve contra sí mismo: tres amarillas en siete partidos

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El brasileño está teniendo un inicio de temporada con exceso de turbulencias. En agosto, su entorno se encargó de filtrar que tenía una oferta multimillonaria de Arabia, que rondaba los 500 millones de euros, y que la iban a mirar detenidamente una vez que estuviera en su manos y por escrito. Después, durante el primer parón internacional le cayeron palos de todos los colores por su irregular desempeño con la selección de Brasil. Y en esta últimas dos semanas, los decibelios que, de momento, ha dejado de tener el Bernabéu, los ha puesto él, con su fútbol, pero también con sus rabietas.

Ante el Espanyol, la amarilla quizás podía habérsela evitado Munuera Montero. En la escala de protestas de Vini, la de ese partido fue prácticamente invisible, pero contra el Alavés, el brasileño mostró su lado más vehemente. Una patada de Mouriño al tobillo derecho de Vinicius, no señalada por Muñiz Ruiz, encabritó al brasileño. Hasta ahí es comprensible. Su reacción, no tanto. Además, no era la primera vez que veía una cartulina por espolear al público para que aumentara su presión sobre las decisiones del colegiado de turno. ¿Es eso más grave que la patada de Mouriño? No, pero Vinicius todavía no ha aprendido que una injusticia no le da licencia para saltarse el reglamento. No puede ser juez y parte.

«Evaluaremos los de las amarillas por las protestas y lo haremos entre nosotros», dijo Ancelotti en la sala de prensa de Valdebebas tras el duelo contra los vitorianos. Lo hizo a pregunta de este periódico sobre la actitud de Vinicius cuando fue sustituido en el minuto 90. En ese momento, el cuarto árbitro estaba mostrando el cartel de seis minutos de añadido y, a un metro de él, Vinicius se detuvo, señaló con su dedo el tablero electrónico y soltó una carcajada en su cara a la vez que se preguntaba en alto de modo irónico «¿Seis minutos?». A su rescate acudió Chendo, que incluso tuvo que tirar de su brazo en dos ocasiones, sabedor que estaba al límite de ver la segunda amarilla y, consecuentemente, perderse el derbi.

Un numerito totalmente defectible, como así se lo han hecho ver durante estos años algunos de sus compañeros, el propio Ancelotti y otros miembros del staff. Nada gana Vinicius con esos modos infantiles, castigados en el reglamento, con los que gestiona la frustración que le producen las decisiones arbitrales que no considera justas. En muchas ocasiones tiene razón, pero tener la razón no le exime de cumplir las leyes.

Y lo mismo sucede con el resto de sus compañeros. Ante el Alavés, la amarilla a Modric, el capitán, por hacer una apreciación técnica a una de las decisiones de Muñiz Ruiz, es una pasada de frenada del gallego, pero la realidad es que de las 15 amarillas que ha visto el Madrid en las siete jornadas Liga, nueve son por protestar. Es un 60%. Una barbaridad evitable y que requiere una charla seria de Ancelotti con sus jugadores. Son ellos los que más pierden.