esbozos y rasguños
Lo urgente es esperar
«Querer ver a un Madrid volando en agosto, con todas las piezas encajadas y la partitura aprendida de memoria, es un atrevimiento temerario»
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Xabi Alonso da instrucciones a su equipo durante el partido contra el Osasuna
La paciencia nunca ha sido un atributo que el aficionado blanco reclame como parte del himno del Real Madrid para corearlo. El Bernabéu vive de la inmediatez, del impacto, de la promesa cumplida en cuanto suena el silbato inicial. Sin embargo, ahora toca algo ... distinto. Toca esperar. Esperar porque hay un entrenador nuevo, porque hay jugadores importantes todavía recuperándose de lesiones, porque la pretemporada ha sido la que ha sido, extraña y corta, y porque hay apuestas jóvenes como Arda Güler o el debutante Mastantuono que requieren de un proceso de adaptación a sus nuevas posiciones en el campo.
Querer ver a un Madrid volando en agosto, con todas las piezas encajadas y la partitura aprendida de memoria, es un atrevimiento temerario.
La primera parte contra Osasuna fue como intentar torturar a una piedra. Un ejercicio de frustración. El conjunto blanco era un folio que trataba de desangrar al rival por múltiples cortes en el dedo meñique. Eso sí, la línea defensiva del Madrid pareció al fin, bueno, defensiva. Que ya supone un importante adelanto respecto a la pasada temporada. Huijsen, Carreras, Trent y el recuperado Militao dan empaque y consistencia al equipo. Protegen a Courtois y se incorporan al ataque con alegría y personalidad.
No se puede decir que fuera amor a primera vista el del Bernabéu con el nuevo Madrid de Xabi Alonso. Pero hay cosas que requieren tiempo y paciencia. El fútbol, como la vida, a veces exige aplazar la urgencia, aceptar la incomodidad de los inicios y desconfiar de esos primeros amores fulminantes que se desinflan ante el primer revés.
Un 1-0 de penalti no pasará a la historia como un gran estreno, pero quizá sí como una declaración de intenciones: ganar mientras se busca el camino. El Madrid de Xabi Alonso todavía no es reconocible, pero empieza a trazar contornos. Y en ese dibujo a lápiz, más que exigir un cuadro terminado, lo que se pide es paciencia para que las líneas encuentren su sitio.
El Bernabéu, sin embargo, no siempre sabe esperar. Allí cada pase horizontal suena como un bostezo y cada ataque frustrado se percibe como una traición al mito de la velocidad y el vértigo. Ese es el reto del nuevo entrenador: enseñar que lo urgente no es el ahora, el ya, sino sostener la calma y crear algo con sentido y reconocible, dando entrada a caras nuevas y probando sistemas con los que hacer brillar a sus estrellas.
El Madrid siempre ha vivido instalado en la excepción: lo imposible convertido en rutina, la remontada en costumbre, la gloria como norma. Esa identidad, tan poderosa como exigente, choca con el presente de un equipo en obras, obligado a levantar los cimientos antes de inaugurar el monumento. Y ahí es donde la paciencia deja de ser un lujo y pasa a ser una necesidad.
Lo urgente ahora es precisamente eso: aprender a esperar.