esbozos y rasguños
El exterior más cercano
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Iniciar sesiónLas distintas formas que tenemos de usar los nombres pueden decir muchas cosas de nosotros mismos y de nuestro estado de ánimo. Hay quienes al escuchar su nombre completo creen que alguien está enfadado con ellos y que una bronca está a la vuelta de ... la esquina. También está estudiado que cuando una voz de mujer dice algo de manera autoritaria, usando tu nombre, a algunos les recuerda a su madre.
Cuando el esquiador Johann Muehlegg ganó tres medallas de oro en los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City todo el mundo le empezó a llamar cariñosamente 'Juanito'. El país y los medios de comunicación le habían adoptado. Era uno de los nuestros. Sin embargo, cuando luego el COI procedió a quitarle esas mismas medallas por dopaje, volvió a ser 'Johann' de manera fulminante. Se le había revocado con carácter inmediato su condición de Juanito. Volvía a ser un tipo alemán con el que poco o nada teníamos que ver. Los nombres y los apodos dicen mucho de cómo somos y dónde estamos.
Hace no tanto tiempo todo el madridismo empezó a llamar de manera cariñosa 'Vini' a Vinicius Jr. Hasta él mismo eligió lucir el diminutivo casi familiar en su camiseta. Pero, de un tiempo a esta parte, se había dejado de oír tanto lo de Vini. Ya todo el mundo le llamaba nuevamente 'Vinicius', generando un extraño distanciamiento con el brasileño. No gustaban sus declaraciones, no gustaban sus celebraciones y no gustaba su rendimiento.
Volver al Vinicius era la forma de demostrarlo. Ayer, saliendo del banquillo contra el Espanyol con el partido encasquillado, dio un espectacular pase con el exterior a Rodrygo y luego marcó otro tanto que dio la tranquilidad a un Bernabéu inquieto. Y de pronto, por arte de magia, se volvía a escuchar 'Vini' de nuevo en las gradas. El exterior mágico había tendido puentes invisibles y acercado posiciones.
Algo parecido empieza a ocurrir con Endrick, al que ya se le conoce de manera cariñosa como 'Endricki'. Ha caído en gracia el jovencísimo atacante. Exuda energía (energuía, ese atributo que tanto suele recalcar Ancelotti con su acento italiano). Tiene talento, físico y actitud. Y no le dan igual las cosas. Cada vez que sale, la arma. Enciende al público como uno de esos tenistas que no son los más ortodoxos en su juego, pero que saben conectar con los asistentes. La gente ya pide más minutos para él, para Endricki. Cada vez que sale al campo parece que alguien lo hubiera tenido una semana encerrado en una jaula. Corre, choca y chuta. Demuestra personalidad. Contra el Espanyol volvió a aprovechar sus escasas apariciones provocando un penalti.
Para Endricki no existen los minutos de la basura. Consigue convertir cada rato en un momento distinto. Ayer le tuvieron que atrapar y tumbar al suelo como si fuera un animal salvaje lleno de barro y escurridizo. Marcar a Endrick tiene que ser lo más parecido que se puede ver ahora mismo.
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