Esbozos y rasguños

Comienzos y verdades incómodas

«El Madrid tendría que sentarse ya con Vinicius en una intervención de esas que se hacen entre amigos y familiares para hacerle entrar en razón y que abandone ciertos malos hábitos»

El protagonista de la novela 'Cuatro Amigos', de David Trueba, se presentaba a los lectores diciendo que la amistad, la muerte y los estudios universitarios estaban sobrevalorados. El narrador de Moby Dick arrancaba con un enigmático «Podéis llamarme Ismael», lo que enseguida nos hacía sospechar ... que se llamaba cualquier cosa menos Ismael (y que algo más profundo nos estaba ocultando). Los principios dicen mucho de la trama. Y el comienzo de este 2025 del Real Madrid lo dijo todo de su momento actual, de su trama: que todavía es un equipo irregular y ciclotímico, que falla muchos penaltis por fulminantes y severas crisis de confianza, que Ancelotti no termina de dar con la tecla de su bonito pero desafinado piano y que, sobre todo, jamás se puede subestimar el corazón de un campeón.

Aunque pudo rescatar del fuego tres puntos valiosísimos, el Real Madrid se volvió a enfrentar ante el Valencia a algunas verdades incómodas. 1) Tchouaméni sigue sin ofrecer un nivel homologable: no pasa nada por admitirlo (sí por insistir en ello). 2) Jugar de naranja en Mestalla es un crimen estético, es como ir de invitado a una boda y llegar vestido de blanco. 3) Camavinga no puede de ninguna manera estar en el banquillo cuando el Madrid saca su 'once de gala'. 4) No caben al mismo tiempo en ataque Rodrygo, Vini, Bellingham y Mbappé; no hay espacio para todos sin que uno asfixie al otro, parece por momentos el camarote de los Hermanos Marx—a veces menos es más. 5) Hugo Duro lleva ya marcados tropecientos goles al Real Madrid. Es el ex más vengativo que conozco. 6) Los lanzamientos de penalti con ese saltito a modo de paradinha son insufribles.

Y lo de Vinicius. En fin, lo de Vinicius. Hay un dicho anglosajón: «Si la lías una vez, culpa tuya. Si la lías dos veces, culpa mía». Creo que el Madrid tendría que sentarse ya con Vinicius en una intervención de esas que se hacen entre amigos y familiares para hacerle entrar en razón y que abandone ciertos malos hábitos. No era este su primer rodeo en Mestalla y se comportó como un novato, cayendo en la burda trampa tendida por Dimitrievski (que regaló una clase magistral de flopping). Nadie quiere que Vinicius traicione eso que le hace un jugador tan especial. Pero tampoco puede pretender ganar cada pequeña batalla, cada discusión, cada protesta, cada provocación. Se empieza así y se acaba queriendo convencer a desconocidos en Twitter. Y de ahí al manicomio solo hay un paso.

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