Altas expectativas, pequeñas dudas

Muchos jugadores blancos andan buscando todavía su nuevo sitio en el campo. Algunos se han mudado apenas un par de calles más abajo de donde vivían antes, pero es como si se hubieran cambiado de país, de idioma y de costumbres. Y luego se dan pequeñas situaciones coyunturales: todo lo que el año pasado le entraba a Bellingham (decisivo en ambos clásicos con tres goles) ahora parece que se le resiste. Modric, con sus 39 años y viniendo de jugar con su selección, ha adelantado esta semana por la derecha a unos jóvenes Tchouaméni y Camavinga que andan desdibujados en este primer tramo y de los que se espera más tras la marcha de Kroos. Y a todo esto se le suman las bajas ya conocidas de Courtois, Rodrygo y Carvajal, tres pilares.

Ancelotti, por su parte, incide mucho estos días en la actitud. O más bien en la ausencia de la misma. Falta algo de energía, de intensidad, de carácter en el juego de su equipo y lo repite sin parar. Todo eso que, en definitiva, sí se pudo ver en la segunda parte ante el Dortmund. Puede que sea el peligroso síndrome del estómago lleno, un cierto exceso de confianza o el arrastre de un agotamiento físico y mental. De todo eso que sí que parece llegar sobrado este sorprendente Barça, más joven, desacomplejado y sin excusas que se recuerda en años. Barrer al Bayern sin ter Stegen, De Jong, Olmo, Gavi y Araújo en el once era algo que no hubiera entrado ni en las quinielas de los culés más optimistas al comenzar la temporada.

El partido promete bonitos duelos. La línea defensiva tan adelantada de Flick será puesta a prueba por el vértigo y la velocidad de Vinicius y Mbappé. Y Lamine Yamal se las verá con el lateral que, según sus propias palabras, más trabajo le ha dado hasta el momento: Ferland Mendy.

Hacía mucho que no llegábamos a un Madrid-Barça con las expectativas tan altas. Esperemos que el encuentro no sea víctima de las mismas.