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El Bar de Mou

Mastantuono 30, Lamine 2030

«El argentino, un tipo con toda la pinta de crack, como lo acredita la controversia escolástica que en las redes precedió a su debut»

Franco Mastantuono, en su debut con el Madrid ante Osasuna EP
Ignacio Ruiz-Quintano

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El debut de Franco Mastantuono en el Santiago Bernabéu se saldó con un «¡Franco, Franco, Franco!» de la afición en las tribunas que sorprendió a Albares en el palco. Albares es nuestro canciller, un señor bajito que vino de Usera («nunca olvides que yo salí ... de Usera», le dijo a Margallo en el relevo ministerial) y que está al cuidado de Europa en ausencia de sus líderes, que andan de viaje de pleitesía por América para visitar al Joker, que es Trump. Así que Albares estaba con un ojo en el móvil, por si le llamaba Ursula von der Leyen (él la llama 'Rosie') para recordarle el riego de las macetas, y con el otro ojo en el imponente videomarcador del Bernabéu (el ministro salió de Usera, pero es del Madrid, no del Moscardó) tratando de identificar a los coñones del «¡Franco, Franco, Franco!», que era Mastantuono, un tipo con toda la pinta de crack, como lo acredita la controversia escolástica que en las redes precedió a su debut, con un fray Gerundio del antimadridismo anunciando a los parroquianos una alineación indebida por el número de dorsal, el tal 30, que disparará la venta de camisetas.

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