el baúl de los deportes
Un clásico infernal: «Figo, te deseamos la muerte... ¿me vendes a tu mujer?»
Hace 25 años, 21 de octubre de 2000, el exfutbolista portugués tuvo un recibimiento muy hostil en el primer partido que disputó en el Camp Nou como jugador del Real Madrid
«Yo he sido más importante para Florentino que él para mí»
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Iniciar sesiónHace un cuarto de siglo, sin protocolos específicos contra la violencia en los estadios de fútbol, el Camp Nou fue un infierno. Un recinto deportivo donde se traspasaron todos los límites del insulto y las faltas de respeto enfocados en una sola persona: Luis ... Figo. Ocurrió el 21 de octubre de 2000, tres meses después de la presentación del portugués como fichaje estrella, galáctico, de Florentino Pérez, entonces recién elegido presidente del Real Madrid.
Figo, que había sido un ídolo en el F.C. Barcelona, se embarcó en el puente aéreo y aterrizó en la capital de España después de haber negado durante semanas en la Ciudad Condal el acuerdo pactado y firmado con Pérez, candidato al sillón presidencial de la enemiga entidad blanca. Los aficionados culés sintieron tan alta traición como una puñalada y acumularon rencor a la espera del regreso del luso a su antigua casa vestido de blanco.
El calendario de la Liga 2000-01 fijó tan especialísima cita en la sexta jornada, penúltimo fin de semana de octubre. En una clasificación muy apretada, el Madrid llegaba como líder. Sumaba 11 puntos, uno más que Valencia, Deportivo y Celta, y dos por encima del Rayo y el propio Barça. Así las cosas, el resultado del Camp Nou en el encuentro del sábado 21 de octubre era importante, pero el objetivo de la inmensa mayoría de los 100.000 espectadores que abarrotaron las gradas era increpar a Figo.
Ese odio ya había recibido a la expedición madridista el día anterior, viernes. «Figo, despreciado en su regreso a Barcelona —tituló ABC—. Insultado y escupido, entró en el hotel protegido por la policía, que cargó contra los exaltados».
«Todo fue estrambótico desde que el Real Madrid aterrizó en el aeropuerto de El Prat y un autobús recogía a sus jugadores a pie de avión hasta la llegada al hotel protegido por la policía... El trayecto por las calles de Barcelona fue propio de una película de mafiosos y la llegada al hotel un espectáculo despreciable que obligó a Figo a entrar con la mirada perdida en el suelo y llevado en volandas por cuatro policías mientras escupitajos y objetos volaban sobre su cabeza. La aventura empezó poco después de las cinco de la tarde en el aeropuerto de Barajas. Florentino Pérez acaparó la atención del pueblo hasta que apareció Figo. El presidente, escoltado por sus directivos, obligados todos a viajar en turista como el equipo, era saludado a su paso por conocidos que le preguntaban aquello de 'a qué usted no se acuerda de mí' y desconocidos que le decían que era muy guapo y muy alto. Posiblemente sería porque a su lado iba Jorge Valdano».
«Cuando llegó Figo no había nadie más en el aeropuerto. Fue Figo de los últimos en subir al avión. Cerca de él un empleado de seguridad del club, Rafael Coronil y detrás los compañeros más insistentes que siempre han defendido el marcaje al hombre en lugar de la zona. Se tuvo que sentar entre Chendo y McManaman, posiblemente porque el delegado estuvo atento y le guardó un sitio. Pronto se le cerraron los ojos a Figo y la cabezada duró media hora larga...»
«A la salida del avión, a pie de pista, empleados del aeropuerto, enchufados y los primeros insultos para Figo. Después la apoteosis. Dos furgonetas de la Policía Nacional por delante y dos por detrás… Media hora larga de trayecto en medio de un atasco de viernes tarde. La llegada al hotel era una trampa. El dispositivo de seguridad estaba muy mal montado. No hicieron caso de la experiencia de Julio Cendal y se montó. Dos centenares de aficionados esperaban al equipo separados por unas vallas de contención. Los del Madrid a la derecha, los del Barcelona a la izquierda. El autobús quedó cruzado con las puertas al revés de como estaba previsto. El pasillo de seguridad, demasiado estrecho. Cuando Figo bajó el último escalón del autobús, los azulgrana comenzaron a insultarle y escupirle. La Policía nacional cargó contra ellos. Se lanzaron varias monedas, pero después de la batalla sólo pude recoger una de veinticinco (25 pesetas, 0,15 euros) y una de duro (5 ptas, 0,03€). A Hierro sí le alcanzó un salivazo. A Figo no porque cuatro números de la Policía le hicieron desaparecer bajo sus cuerpos. Figo entró en el hotel con la cara desencajada… Figo se refugió en la habitación 902 junto a Raúl. 'Esta es la pasión por el fútbol', dijo Florentino. Y una leche. Lo vivido ayer en las puertas del hotel es una patada en los testículos al fútbol».
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Fue el anuncio de lo que vendría horas después en un Camp Nou transformado en territorio bélico, con numerosos antidisturbios rodeando el césped, billetes falsos en manos de los aficionados e infinidad de pancartas con mensajes ofensivos no permitidos actualmente en ningún campo de España:
«Figo, tenemos 10.000 millones (el precio, en pesetas, 60 millones de euros, que pagó el Madrid por su fichaje) de razones para llamarte Judas»; «Figo, a tu lado Judas es un aficionado»; «Figo, portugués; Luis Enrique, culé»; «Tenemos 10.000 millones de razones para odiarte»; «Figo y telepizza, el secreto está en la pasta»; «Figo, venderías a tu madre si la conocieras»; «Figo, ¿me vendes a tu mujer? Pagamos bien»; «Figo, no soy madridista, soy mercenario»; «Figo, te deseamos la muerte»; o «Los que antes te quisimos, siempre te odiaremos».
Esta fue la crónica extradeportiva publicada en ABC: «Figo respondió tapándose los oídos a la sonora pitada con la que fue recibido en el Nou Camp. Fue su único gesto hacia la que había sido su afición en los últimos cinco años y que le castigó con dureza durante toda la jornada.
Su mejor momento de este triste día llegó cuando Pérez Burrull pitó el final del partido y todos los jugadores del Barcelona se acercaron a abrazarle. Perdió el cariño de la afición pero mantiene el de los que fueron sus compañeros. Figo pisó el Nou Camp a las 20:31 horas. Antes, cuando los blancos llegaron al estadio, no quiso salir al terreno de juego. Ya se habían abierto las puertas para el público y en las gradas había unos mil aficionados.
El Madrid salió en fila para hacer el calentamiento. El portugués era el penúltimo, con Roberto Carlos detrás. Durante el tiempo que duró la preparación. Figo fue siempre dentro del grupo, en el centro, como si sus compañeros quisieran protegerle de los insultos y de las canciones que se entonaban desde la grada ('Figo, muérete' y 'Figo, pesetero'). Con las medias caídas y un peto naranja, realizó el calentamiento con su equipo muy cerca del fondo de los seguidores más radicales del Barcelona. Botellas de plástico, monedas y muchos billetes falsos de diez mil millones de pesetas con la imagen del portugués cayeron sobre el terreno de juego.
Con la salida oficial del Madrid se produjo la protesta gestada durante toda la semana con una sonora pitada, que hizo que Figo se tapara los oídos. Pitos que se repitieron cada vez tocó el balón
Siempre marcado por Puyol, Figo no tuvo muchas opciones de entrar en juego. Aunque él siempre se ofreció y quiso estar presentes en todas las acciones ofensivas del Madrid, acabó casi desquiciado. Eso sí, el portugués no lanzó ni un solo saque de esquina. Todo acercamiento a la banda podía haber puesto en peligro su integridad física, como sucedió en el minuto 64 cuando en un lance del encuentro cayó cerca de las vallas, recibiendo todo tipo de objetos».
Como complemento de lo vivido, unas frases del acta arbitral redactada y firmada por el cántabro Alfonso Pérez Burrull: «Durante el transcurso de todo el encuentro se lanzaron desde las gradas, sobre todo desde los fondos, todo tipo de objetos, tales como botellas de plástico, mecheros, dos teléfonos móviles, bolsas de papel, etc. En una ocasión me dirigí al delegado de campo para que pusiera las medidas oportunas para que este hecho no se repitiese... La caída de objetos aumentaba cada vez que el equipo visitante se disponía a efectuar un saque de esquina. En ningún momento fue alcanzado nadie. Asimismo, en cinco ocasiones tuve que requerir del cuarto árbitro un nuevo balón, dado que el público se lo quedaba».
Los protagonistas y testigos de lo sucedido aquel sábado de comienzos del siglo XXI reaccionaron entre el susto, la sorpresa y la indignación. Así lo describió Roberto Carlos, mítico lateral izquierdo del Real Madrid: «Nunca viví algo similar. No quiero hablar de la afición del Barcelona porque la última vez que lo hice me trataron muy mal, pero ellos saben lo que han hecho y no es justo. Pueden pitar lo que quieran, pero no tirar de todo al campo. Tienen que pensar lo que han hecho porque han dañado al fútbol y han sido un mal ejemplo».
«Te dan un botellazo, te matan y el infeliz de arriba se muestra tan feliz cantando y riendo. Estuve 90 minutos con miedo, asustado»
Roberto Carlos
«Sólo queríamos salir de allí. Debo decir ante todo que el Barca fue superior y ganó bien, pero no se trata de eso, se trata de que personalmente estuve noventa minutos con miedo, asustado de que me pasara algo, temiendo que me diese cualquiera de las muchas cosas que tiraban. Te dan un botellazo, te matan y el infeliz de arriba se muestra tan feliz cantando y riendo. Francamente, tuve miedo de no volver a casa. De de verdad pensé que me iba a suceder algo porque pasaba de todo alrededor de mi cabeza», añadió el brasileño.
Florentino Pérez también estaba escandalizado: «El presidente del Real Madrid, que todavía no está muy baqueteado en esto del fútbol, no daba crédito a lo que habían visto sus ojos… 'Me dicen los jugadores que les han lanzado de todo, hasta teléfonos, barras de pan, botellas... Así es muy difícil jugar. Se pasó de la presión a la intimidación. Lo mejor del partido es que no pasó nada. Raúl me comentaba que se lanzaron suficientes objetos como para cerrar el estadio, pero eso va a ser difícil, ¿verdad? Pero seguro que no les harán nada'».
En el apartado futbolístico, el Barça supo aprovecharse del caldeado escenario. Dominó el encuentro y ganó con autoridad (2-0, goles de Luis Enrique y Simao) tras exhibir una «inapelable superioridad».
Fue una alegría puntual y momentánea para los azulgrana. Ocho meses después, en junio de 2001, el Real Madrid se proclamó campeón de Liga. Hizo 80 puntos, siete más que el Deportivo, subcampeón, y 17 más que el Barça, cuarto por detrás del Mallorca.
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