REAL MADRID 1 (1) - ARSENAL 2 (5)
El ruido del Bernabéu duró 20 minutos: misión fallida para el feudo blanco
El templo madridista, atronador hasta la narcótica anulación del penalti a Mbappé, falto de argumentos para creer y desesperado por la actuación arbitral después, se queda lejos de la remontada
Triste adiós del Madrid a la Champions
El imponente tifo con el que el Bernabéu recibió al Madrid-Arsenal
Afronta el nuevo Santiago Bernabéu su tesis doctoral. Aprobada con nota la asignatura sobre volteos épicos en un mismo partido, llega la hora de remontar una abultada diferencia cosechada en la ida, algo que solo aquellos que superen la cuarentena recordarán. La parroquia madridista, tras ... experimentar un aumento de fe según avanzaban los días, acude en masa a protagonizar un recibimiento nunca antes visto. No llega a tal dimensión, pero la afición ignora las inclemencias meteorológicas y deja claro a sus futbolistas que, por animosidad, no será. Entre el griterío merengue se repite con frecuencia el «sí se puede», ese mítico canto que funde en un mismo estribillo la persecución de la decimosexta Copa de Europa y la agonía de una permanencia.
Trasladados al interior del feudo madridista, basta observar el inicio del calentamiento de los de Ancelotti para percatarse del elevado nivel de decibelios del Bernabéu para mantener vivo el sueño europeo. «La fábrica de los sueños. Haz el nuestro real», reza el imponente tifo, con la imagen de un dios blanco jugando al ajedrez con sus rivales en esta Champions, con el que el fondo sur recibe la salida de los futbolistas. No necesita la parroquia merengue ningún estímulo, pero a escasos segundos del inicio del partido Bellingham y Alaba arengan a las masas como directores de orquesta.
Es Mbappé quien hace lo propio al ver cómo su afición celebra y alienta a pesar de su gol anulado a los dos minutos. Cada transición, cada acción defensiva, cada miniventaja es vitoreada con máxima intensidad. La incertidumbre con la primera visita del Letexier al VAR deja paso a la euforia desatada con la parada de Courtois, seguido por el enésimo «sí se puede». No se quedan atrás los 4.000 aficionados 'gunners', que también celebran el buen hacer de su zaga como si su renta aumentara. Los cinco minutos narcóticos a los que el videoarbitraje somete al Bernabéu para anular el penalti sobre Mbappé, sumados a la poca amenaza de su equipo, provocan que el atronador ambiente decaiga del mismo modo que lo hace la esperanza blanca.
El entretiempo no produce apenas variaciones futbolísticas ni ambientales, salvo en una afición inglesa que se arranca con unos «olés» al verse cada vez más cerca de las semifinales. Un pase que parece sentenciar el gol de Saka, aunque la inmediata respuesta de Vinicius retiene un hilo de fe en el madridismo. Aunque mínimo, más centrado este en la desesperación por la actuación arbitral, además de despedir al lesionado Mbappé entre algunos pitos y ligeros aplausos. La realidad termina por imponerse a la fábrica de sueños y el Arsenal convierte el Bernabéu en un funeral y lo desaloja con el gol de Martinelli. La esperanza hasta el penalti anulado se torna en frustración e incapacidad. La madre de las remontadas que doctore a este feudo deberá seguir esperando, al menos, hasta la próxima Liga de Campeones.