Un error de jerarquía, la lengua mordida de Ancelotti y la sombra de Lunin: el derbi señala a Kepa

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Rubén Cañizares

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Arrizabalaga fue el único pero del pase a la final del Madrid. El guardameta vasco volvió a dejar dudas en el derbi, justo en las acciones en las que más titubea: juego aéreo, jerarquía y dominio del área pequeña. En el primer gol encajado, hay más porcentaje de responsabilidad en la marca a Hermoso que en el propio Kepa, pero también es cierto que no reacciona al remate del central rojiblanco y se queda con el molde encima de la raya. Sus brazos abiertos pidiendo explicaciones a Nacho y Rodrygo, ambos en la porfía con Hermoso, delataban nerviosismo.

El segundo tanto también tiene conversación. Griezmann se lleva el mérito de sentar en el suelo a Modric, pero su disparo desde la medialuna del área no es excesivamente potente ni esquinado, seguramente porque lo ejecuta con su pierna derecha. Kepa toca ligeramente el balón. Reacción tardía.

Donde seguramente haya más consenso es en el tercer tanto del Atlético. Morata no hace nada por molestar a Kepa en el salto. Disputa el balón con nobleza, pensando más en su propio remate que en inquietar la salida del portero blanco. El desenlace fue el que fue. Puños de plastilina, rebote en Rudiger, 2-3 y Carvajal acudiendo al rescate para ahorrarle a Kepa la foto del día después.

«En mi opinión, su partido ha sido bueno. En los primeros dos goles no podía hacer nada y en el tercero… puede ser que Morata le haya molestado en el salto», contestó Ancelotti a pregunta de ABC. Ese segundo que se toma de tiempo para pensar qué debe decir sobre la acción del tercer tanto delata a Carletto. Sabe que Kepa ha fallado, como sabe que su deber es defenderlo delante de los medios. Y eso hizo. Va en su sueldo.

Pero no, A Kepa no le molestó Morata en el 2-3 y en los dos primeros goles puede hacer algo más. Acciones que allanan el camino a Lunin, quién con toda probabilidad será el portero titular en la final de la Supercopa y apunta a ser el elegido para Liga y Champions en estos cuatro meses finales del curso, en los que se ganan, y pierden, los títulos. El plan sería rematado con Kepa como portero de Copa, con el Metropolitano el próximo jueves marcado en rojo.

Gestión que, dadas las vueltas que está dando la situación de la portería, no tiene por qué ser definitiva, pero sí Lunin mantiene el nivel que ha mostrado hasta ahora parece complicado que la noria de la portería blanca gire una vez más de aquí a mayo. Kepa lo sabe, y ayer sintió el calor de sus compañeros, comprensivos con sus errores.

Una gestión que dentro del club se ve con agrado. El Madrid entiende que suplir a Courtois, de largo el mejor portero del mundo hasta su desgraciada lesión, a mediados de agosto del pasado año, era un miura muy serio para Ancelotti. Le ayudaron a torear trayéndole al segundo portero de la selección española. Fue una buena oportunidad de mercado. Cesión a pelo, sin opción obligatoria de compra ni compromiso alguno más allá del préstamo para la temporada 23-24, pero no irá más allá.

Como no puede ser de otra manera, para la próxima campaña se espera y se cuenta con Courtois, al que será difícil ver en algún encuentro de este curso, pero eso no quiere decir que cambien los planes. La evolución de su rehabilitación y hasta dónde llegue el Madrid en Champions, con la final agendada para el 1 de junio, tendrán su influencia en la vuelta, o no, del belga.

El caso de Lunin también tiene miga. Le resta un año y medio de contrato y, de momento, no ha renovado. No es una situación sencilla. Si lo hace, seguirá en el Madrid, que no es moco de pavo, pero también es consciente que lo hará con Courtois de compañero y eso es sinónimo de banquillo. De momento, vive el presente, que es ser el elegido por Ancelotti como titular.