Combate nulo entre Madrid y City en un partido de cañonazos y trazo grueso

Las 21.00 parecen kilómetros y no la hora de comienzo del partido, el sudor de las manos empapa los tobillos, los padrastros de los pies son hecho añicos y hasta realmente se llega a creer que el tanto por ciento de batería que señala el móvil es el porcentaje de opciones de pasar que tiene el Real Madrid. Menos mal que en los aviones sigue sin haber fila 13, aunque para el compañero Lodeiro todas las filas de un medio de transporte con alas son la número 13.

Camino del Bernabéu, un taxista futbolero me explicaba, con la misma seguridad que Stephen Hawking razonaba sobre los agujeros negros, por qué Rodrygo es diez veces mejor que Vinicius. Minutos antes, en una conversación privada con un entrenador de Primera que conoce a la perfección a Ancelotti, el técnico hacía lo mismo con el supuesto favoritismo de los ingleses. Pánico a volar, pero no al City. Carletto tenía un plan. Un plan pesimista en el que ponderó una sólida defensa y un ataque valiente. Estuvo muy cerca de salir redondo.

Los primeros 25 minutos del partido se resumen en seis disparos a puerta del City, uno de ellos de Rodri, con mala leche, que el 'gadgeto' brazo derecho de Courtois hizo parecer fácil. Otros tres de Haaland, un 78% de posesión para los de Pep, cero llegadas al área del Madrid, un balón de banda a banda de Camavinga para salir de la presión defensiva celebrado casi como un gol, y el nacimiento del duelo 'street fighter' del partido: Carvajal versus Grealish.

A los 30 segundos, el bad boy inglés le soltó una patada fea a Rodrygo que dejó noqueado al brasileño durante un buen rato. Dani apuntó en su bloc de notas, y se la devolvió cerca del descanso, en un hombro contra hombro que estampó a Grealish contra la valla publicitaria. El citizen respondió soltándole la mano a Carvajal. El colegiado pasó por alto todo, pero tuvo que llamarlos a capítulo en la siguiente jugada, en la que se volvieron a enzarzar.

Grealish se fue caliente al vestuario, como el resto de sus compañeros. Y Guardiola. Un solo disparo a puerta del Madrid y 1-0 al descanso, pero menudo disparo. Todo comenzó en el minuto 28, cuando el colegiado portugués cortó un avance peligroso del Madrid para atender a Gundogan, tendido en el suelo tras un duelo con Rudiger. Lo que era una decisión mala para el Madrid se convirtió en un tiempo muerto con formato de interruptor.

El excesivo tiempo de atención al alemán lo utilizó Carletto para reunir a sus jugadores y dar una serie de instrucciones que cambiaron la dinámica. El City ya no llegaba con peligro y el Madrid empezaba a entrar en calor, el Bernabéu olía sangre y Camavinga se disfrazaba de Seedorf.

En el 36, una pared del francés con Modric, para salir de la presión de Rodri y Bernardo, la continuó Eduardo con una galopada de cuarenta metros antes de asociarse con Vinicius, que fuera de su posición natural, soltó desde la medialuna del área un zambombazo imparable para Ederson. Clase y energía, la pócima mágica del Madrid.

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Con la flecha hacia arriba, los primeros 25 minutos de la segunda mitad se antojan claves en la eliminatoria. El Madrid, empujado por el 1-0 y el buen sabor de boca con el que se fue a los vestuarios, disfrutó del momento de mayor dominio. Una jugada al primer toque entre Camavinga, Vinicius, Carvajal y Benzema, la remató Karim por encima del larguero. Valverde y Rodrygo también terminaron jugada en dos disparos repelidos a córner. Rodrygo, mutaba a malabarista, y era inalcanzable. Solo un mano a mano de De Bruyne, en fuera de juego, que por si acaso salvaron tres dedos milagrosos de Courtois, hizo recordar que Thibaut estaba bajo palos. Era una premonición. Mala.

A falta de Haaland, brillantemente defendido por Rudiger y Alaba, apareció el pelirrojo de pecas. Justo en el mejor momento del Madrid, con el partido cuesta abajo. En el 70, un trallazo suyo desde la frontal del área se coló en el palo derecho de Courtois, que ni siquiera tuvo tiempo para ver el balón. Martillo pilón esa pierna derecha de Kevin. Grave error de Camavinga en la salida de balón, embrión del 1-1.

Parecía imposible mantener la puerta a cero ante el City, pero hubo un momento en el que el madridista llegó a creérselo sin taparse los ojos. Quizás por eso no se fue del todo descontento del Bernabéu. Toca final en el Etihad.