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Celta 1 - Real Madrid 4

Tchouaméni es un portento

Liga 2022-23 / jornada 2

Convence el francés en la victoria blanca en Vigo. Con Camavinga aporta un ritmo nuevo. Modric y Vinicius lideraron el ataque.

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El Madrid entra en otra época. Inaugura un ritmo que hasta el momento solo había presentido en las segundas partes. Cuando el partido empezó, los pensamientos estaban en el pasado; al acabar, todo eso parecía lejanísimo. En 90 minutos había cambiado algo.

Era innegable ... la sensación inicial de pérdida con tonalidades lima de melancolía en el Madrid y su camiseta. Casemiro era el palo mayor del equipo (Modric y Kroos, el trinquete y la mesana) y en noches de tormenta a él se agarraban todos. El posicionamiento era suyo. El ancla. La manera de ocupar el sitio, de fijarse. Esto quizás derivó en un estatismo, una posición de aculamiento crónico. Pero Casemiro tenía influjos poco visibles: en la confianza de sus compañeros, como un efecto multiplicador, y en los grandes partidos, cuyos hilos secretos dominaba. Cuanto más importante, mejor estaba él. Ser el tapón del Madrid y de Brasil le exigía una preocupación mayor, rayana en la abnegación; era en el campo como un padre de muchos niños, mirando a todos, velando por todos. Siendo así, se las arregló para meter un gol cada diez partidos, más o menos, a veces importantes.

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