Brahim marca y Lunin para en la victoria del Real Madrid en Leipzig

Lo mejor de la primera mitad fue escuchar de nuevo el himno de la Champions. Se hacen largos los dos meses entre la fase de grupos y los octavos. Luego vinieron cuarenta y cinco minutos que no pasarán a la historia de la competición, ni del Madrid. Partido blanco lleno de errores no forzados, de juego espeso, como la niebla de Leipzig, y de cero ocasiones. Solo las irrupciones de Vinicius, que normalmente se enfrentaba a dos, y hasta a tres defensas, generaban cierta inquietud en la defensa germana. Cosquillas para lo que uno espera cuando tienes al Madrid como rival.

El empate a cero del descanso no solo ayudó la invisibilidad ofensiva de los blancos. Ahí estuvo también el colegiado bosnio, debutante en un partido del Madrid. Irfan Peljto anuló un gol de Sesko, en el minuto 2, por fuera de juego. No del delantero esloveno, sino de Henrichs. Cogido con pinzas.

La jugada nació en un córner botado por los alemanes que rechazaron los puños de Lunin. El balón cayó en la pierna izquierda de Schlager, ubicado en la frontal del área, chutó, y su disparo botó en el suelo y cogió una curva diabólica hacia la cabeza de Sesko, solo como la una en el área pequeña. Ahí empujó el balón a la red. El árbitro, y su asistente, consideraron que en el momento del golpeo de Schlager, Henrichs, que sí estaba adelantado, molesta a Lunin con un ligero empujón por la espalda. También el VAR, que no corrigió al bosnio. Regalo de San Valentín.

No fue la única ocasión de los alemanes en un primer acto en el que castigaron la espalda de Mendy y la irregularidad de Nacho, que suma unas últimas semanas de preocupante rendimiento. En el 9, una jugada entre Olmo y Sesko por esa zona izquierda del Madrid acabó en una gran parada de Lunin. Pierna dura del ucraniano.

Del Madrid, un disparo de Kroos, fácil a las manos de Gulácsi, la movilidad incansable de Brahim y las intentonas de Vinicius, pero nada más. Le costaba un mundo superar líneas y ningún jugador estaba ni siquiera cerca de su mejor versión.

Antes del inicio de la segunda mitad, el realizador enchufaba a Modric y Joselu sentados en el banquillo. Mensaje subliminal para Ancelotti. Desconocimiento de la historia europea del Madrid. Son compatibles.

El Madrid no necesita jugar bien para marcar. Este martes, una muestra más. Los blancos se adelantaron en el 49, con un gol messianico de Brahim. El andaluz recibió en tres cuartos de campo pegado a la banda y de espaldas. Recibió una patada de Raum, se levantó, se giró, le recortó y le encargó una cintura nueva. Luego aguantó el empujón de Xavi Simons y el cuerpeo de Henrichs, y ya dentro del área, bananita a la escuadra de Gulácsi. Bárbaro. 0-1.

Dos minutos después, el Leipzig respondió con una doble ocasión de Olmo y Sesko. Disparos, ambos, repelidos por Lunin, que volvió a mostrar un gran nivel. Le sacó también, en el 81, un balón abajo al esloveno. Parada del mejor Courtois. En total, fueron nueve intervenciones. Kepa está ante sus últimos tres meses en el Madrid.

El tanto de Brahim abrió el partido, que pasó de encuentro tostón a correcalles. No era mal escenario para el Madrid, pero cuando la tuvo para rematarlo y dejar casi sentenciada la eliminatoria, el palo se interpuso en el camino de Vinicius. Recorte y punterazo, que la madera escupió hacia afuera. También la tuvo Rodrygo en otro contragolpe, pero quiso reventar el balón y lo mandó a Berlín.

Segundo partido consecutivo de Tchouaméni como central, gigante en las coberturas y en el juego aéreo. Hasta se permitió el lujo de recriminarle a Nacho no tirar la línea defensiva más adelante. Hay ya ahí muchos galones. Con muchas bajas, sin un buen juego y en Alemania, otra victoria blanca. Este Madrid es indestructible.