Karim Benzema
El Balón de Oro recupera la sonrisa
Jornada 27 | LaLiga
En una temporada de lesiones y dudas, sus tres goles al Valladolid son un bálsamo para su confianza ante los momentos decisivos del curso
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Madrid
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Iniciar sesiónComo cuando llegó el cambio de hora primaveral en pleno confinamiento y a nadie realmente le importó demasiado, el Real Madrid pasó por encima del Valladolid en una agradable tarde en el Santiago Bernabéu. La afición blanca sabe que tiene la Liga ... perdida, los resultados cada fin de semana les resultan casi irrelevantes y solo el hecho de presenciar artificio, buen fútbol, y generar ilusión de cara al clásico copero y los cuartos de Champions League mantienen en guardia al personal.
Ante el sol de sobremesa y calma de los blancos estaba el Valladolid, asediado por un estado de ánimo completamente distinto. La alargada e incómoda sombra del descenso provocó un inicio valiente de los pucelanos. Y, como es costumbre en esta irregular campaña del campeón de Europa, el equipo visitante pisó el verde y de manera inminente rozó el gol. Sin embargo, ni los balones al palo enfadaban al estadio en obras, que, como mil veces vivió, intuía lo evidente: que un grupo de hombres talentosos y desinhibidos le iba a hacer pasar una entretenida tarde que, por supuesto, no pasaría al recuerdo.
El Madrid comenzó a bailar al son del binomio Asensio-Rodrygo –un dúo que, de nuevo, reclama importancia–. Ellos mismos generaron el 1-0 en un bello contragolpe y sellaron el quinto y casi definitivo gol con otro maridaje que puede ser muy útil en los momentos calientes del inminente porvenir. Mallorquín y brasileño protagonizaron el comienzo y el desenlace de la historia como teloneros de suma calidad, pero el personaje principal de la narrativa vivió y murió en el nudo.
En una temporada irregular de lesiones y dudas, Benzema necesitaba una tarde magna para sentir que aún es la pieza capital de un proyecto insaciable. La tuvo en Anfield, sí, pero el turbulento marzo blanco había generado un mar de dudas en el ataque madridista. Vinicius, como si fuera consciente de que su mentor necesitaba una mano, sacó un centro imposible, uno de esos envíos entre central y portero que al acabar provocan una discusión, un reparto de culpas, entre los damnificados. Benzema solo necesitó poner su frente en el corazón del balón para recuperar la sonrisa.
Karim vuelve a ser Benzema
Rubén CañizaresExhibición del francés en la primera parte, con tres goles en siete minutos, y su mejor tono físico del curso, tras la mini pretemporada de este parón.
El 2-0 exprimía la poco emoción que quedaba sobre el césped, pero tras él aconteció la belleza. Dos minutos después, en el 31, Karim condujo en paralelo a la línea de fondo, recortó con maestría a Joaquín y Fresneda y, cono rosca, puso la bola en la escuadra izquierda de Asenjo. Regresaba el Benzema pletórico en la antesala de los días grandes. Ese que se entromete en la mediapunta a recibir, que se asocia de maravilla con la medular, que potencia el talento de sus compañeros, que tiene la magia necesaria para hacer a un equipo campeón.
Como una consecuencia lógica a la calidad de sus minutos, poco después de firmar el doblete aprovechó otro gran centro de un omnipresente Asensio para cerrar su obra con una semichilena también repleta de estética. El partido acabó ahí, a cinco minutos del descanso. Aunque el balón siguiera rodando (y Asensio y Rodrygo disfrutando ante una defensa abatida), sobre el verde únicamente había placer en un lado y tristeza en otro. Incluso jugó Hazard.
Abrazo a la confianza
«Hemos tenido a Karim en su mejor nivel, entonces todo ha salido mejor», decía Ancelotti con la irrebatible lógica habitual que, como si fuera un personaje de John Ford, le caracteriza. «Lleva aquí 14 temporadas, año tras año metiendo goles, poco más se puede decir de él», elogiaba Lucas, último anotador del partido en el día que cumplía 300 partidos de blanco. Con la vista puesta en el clásico de semifinales de Copa del Camp Nou, ante la empresa de remontar el 0-1 de la ida, Benzema recupera su mejor fútbol. Una prueba irrefutable para abrazar el optimismo.
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