Un agónico doblete de Endrick mete al Madrid en cuartos y salva a Ancelotti

Seguramente, el Madrid no necesitaba de una prórroga y de una ayuda arbitral para ganarle al Celta en el Santiago Bernabéu. Jugaba en su campo y es mejor equipo, pero eso no es óbice para admitir que el equipo blanco se clasificó, en parte, gracias a un grave error de Munuera Montero y de Hernández Hernández. Ni en el campo, ni en el VAR, ninguno de los dos colegiados fue capaz de apreciar un claro derribo de Lunin a Swedberg, infracción que dio inicio al ataque del 1-0.

La secuencia fue la siguiente. Minuto 37. Una serie de rebotes en el área del Madrid acaban con el balón en las botas de Swedberg, solo ante Lunin. El sueco, en su intento de driblar al ucraniano, acaba en el suelo tras recibir el impacto del guante derecho sobre su pie izquierdo. Como todos los delanteros, aprovecha el contexto para hacer grande la caída, pero la falta es clara. Los brazos al cielo de Lunin de 'yo no he hecho nada' le delataban aún más. Era penalti y roja, pero fue un 1-0 en contra.

El Madrid recuperó el balón y en tres toques lo puso en el centro del campo. Desde allí, Mbappé recibió de espaldas, se giró, se fue hacia banda izquierda, obligó a Javi Rodríguez a recular hasta área propia y una vez allí, se lo quitó de encima con un amago y acabó llevando el balón a la red con un zurdazo al primer palo. Villar, que tapaba bien esa zona, no estuvo rápido de reflejos. Decimosexto tanto de la temporada del francés, que ha marcado en las seis competiciones que ya ha jugado el Madrid.

Los jugadores del Celta rodearon a Munuera Montero, exigiéndole que, al menos, fuera a la pantalla a ver el penalti a Swedberg. Agua, pero no de Cabreiroá.

Como en la final de Yeda, el francés fue lo único comestible del Madrid en una primera mitad con tonos variopintos de silbidos. Recibieron Ancelotti, Lucas, Vinicius y, sobre todo, Tchouaméni. La gente se ha cansado de Aurélien y no está dispuesto a hacer más tiempo la vista gorda.

Hay una escena, al principio de esa obra maestra que es 'Solo en casa', en la que el cabeza pensante de los dos ladrones (de pacotilla), entra en casa de los McCallister vestido de policía. Harry, interpretado por el oscarizado Joe Pesci, espera en el hall de casa para poder hablar con Peter o Kate: «¿Están vuestros padres en casa?», pregunta varias veces a los niños y sobrinos que van y vienen por la casa, convertida en un absoluto caos: «Sí están, pero no viven aquí», contesta Megan, una de las hermanas. Justo como Tchouaméni. Está en el Madrid, pero no vive allí.

Tras el descanso, al Celta, diezmado sin el lesionado Iago, no le quedaba otra que limpiar la mente y no pensar en lo que debía haber sido y no fue. Era la única posibilidad que tenía de darle la vuelta a la eliminatoria ante un Madrid que no está para tirar cohetes, pero que no deja de ser el Madrid. El Madrid, en concreto, de Mbappé.

El francés abrió el marcador y se inventó el 2-0. En el 48, Kylian volvió a recibir un balón en medio campo, se quitó de en medio a Beltrán con un recorte, levantó la cabeza, vio la carrera al espacio de Brahim y le puso el balón con escuadra y cartabón. El marroquí controló en el aire de primeras y asistió a Vinicius, que ante la salida de Villar le batió con el interior de su pie derecho.

Con el 2-0, el Madrid ya tenía lo que quería. Un marcador desahogado y espacios para correr. Lo que no tuvo fue acierto. A Vinicius, Starfelt le sacó un balón a un metro de la raya de gol. Villar le detuvo un lanzamiento a Brahim y Mbappé quiso ponerla en la escuadra, pero el golpeo no le acompañó.

Sí estuvo acertado el francés en el 3-0. Bueno, un 3-0 que no fue. Otra vez baloncito al hueco, para que Vini decidiera si fusilar a Villar o regalarle el gol a Arda. Decidió lo segundo, pero el pie izquierdo del brasileño estaba ligeramente adelantado cuando recibió el pase de Mbappé. Lo anuló el VAR.

Y cuando ya la gente empezaba a marcharse a casa, llegó un desenlace inesperado. En el 83, grave error de Camavinga que convirtió un pase atrás en una asistencia a Durán, que acabó mandando Bamba a la red. 2-1 y pitos. Otra vez pitos. Pitos que subieron los decibelios tras el 2-2. Claro penalti de Asencio a Bamba en el 90. El canterano atropella al marfileño. Pecado de juventud. Marcos Alonso lo hizo bueno. 2-2, tiempo extra y la sombra de Solari sobrevolando el banquillo blanco.

La prórroga la jugó el Madrid sin Mbappé, cambiado aún con 2-0 por Endrick, y entre silbidos de la grada y cánticos de «échale huevos» durante la primera mitad. Pero el destino, y la flor de Ancelotti, que también hay que tenerla, habían decidido que un jugador marginal para Carletto le iba a sacar de un apuro muy serio. Endrick mete al Madrid en cuartos y salva a Ancelotti. El fútbol es inexplicable.