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Fútbol

Por qué Zidane fue tan duro con Bale

«Se le está buscando una salida. Si se va mañana, mejor», dijo el técnico francés tras descartarle ante el Bayern

Vídeo: Atlas

Rubén Cañizares

Más vale ponerse una vez colorado que ciento amarillo, dice el sabio refranero español, y eso hizo Zinedine Zidane en la madrugada del sábado al domingo. Acostumbrados a la elegancia, el discurso pausado y educado, y el señorío del entrenador francés, Zidane, tras el partido contra el Bayern , decidió salirse por primera vez de su habitual y modélico guión: «Bale no ha sido convocado porque el club está tratando su salida. Y si es mañana, mejor», dijo con rotundidad. 24 horas antes, la reflexión del francés había sido bien distinta: «Bale es jugador del Real Madrid, tiene contrato hasta 2022 y tengo que respetarlo». Tras pensárselo mejor con la almohada, Zidane decidió que tocaba ponerse rojo antes que seguir de color amarillo varias ruedas de prensa más.

«No sé si en 24 o en 48 horas se hará, pero ojalá que sea inminente para todos, para él también. Se está hablando con el club dónde puede ir a jugar y en eso estamos. No es nada personal, pero llega un momento donde las cosas se hacen porque se deben hacer. Tengo que tomar decisiones y alguna de ellas conlleva que tenemos que cambiar», detalló Zidane , sabedor de que sus palabras iban a dar la vuelta al mundo en pocos minutos. Y, seguramente, ese era su objetivo.

Barnett, en su salsa

En Londres, Jonathan Barnett no tuvo un desayuno cualquiera como otro domingo más. El agente del galés ya fue avisado a mitad de la madrugada de la no inclusión de Bale en la lista contra el Bayern, medida que evidenciaba de manera definitiva el divorcio total entre entrenador y jugador. Lo que no esperaba Barnett eran las duras explicaciones del entrenador blanco: «Zidane es una vergüenza, no muestra respeto por un jugador que ha hecho tanto por el Real Madrid», aseguró el agente a la agencia a AFP a mediodía.

Ya más calmado, atendió a ABC en la sobremesa, recuperando su discurso y tono de estos últimos meses: «¿Cuál es mi plan ahora? Estoy en mi sofá viendo el British Open . No estoy nada preocupado por el futuro de Bale. Pregúntele a Zidane por qué fue tan duro con él. A mí ya me da igual lo que diga». Al menos, quedaba claro que el futbolista ya no era el único fanático del golf de este binomio británico tan peculiar.

Puestas las cartas sobre la mesa, lo que durante varios meses ha sido un secreto a voces ya no lo es. La etapa de Bale en el Real Madrid ha llegado a su fin. Y si alguien tenía alguna duda, Zidane se ha encargado de despejarla, poniendo el cronómetro en marcha de una venta a contrarreloj: «Bale está tranquilo. ¿China? ¿Premier League? No voy a dar detalles de los movimientos que pueda estar haciendo o no. Lo siento», aseguró Barnett en el único momento de la conversación telefónica que mantuvo con este periódico en la que no se sintió cómodo ni tuvo ganas de hacer bromas.

Y es que a 22 de julio, el tren parece haber arrollado a futbolista y representante, cuya posición infranqueable se ha roto este fin de semana en mil pedazos. Quizás por ingenuidad o quizás por tener demasiadas ganas de tensar la cuerda, pero la realidad es que hoy por hoy Gareth Bale no volverá a jugar al fútbol si no se pone la camiseta de otro equipo que no sea el Real Madrid. Y eso, para un futbolista con un sueldo bruto de 30 millones de euros y pocas semanas por delante para encontrar nuevo acomodo, le coloca en una situación peliaguda en una temporada que, además, termina en Eurocopa, y su país le necesita en su mejor versión si quiere estar en el gran torneo continental de selecciones.

Mientras, en el Real Madrid nada ha cambiado tras la bomba dialéctica de Zidane. Más bien ha sonado a liberación. En el club blanco entienden que a estas alturas de verano, y con solo 18 días por delante para que se cierre el mercado en la Premier, lugar más probable de destino de Bale , era necesario un toque de atención público para que jugador y agente abrieran los ojos. Su táctica de meter la cabeza bajo tierra y decir que Bale y su familia son muy felices en Madrid ya sonaba a casposo en la entidad blanca, que espera ahora una llamada de Barnett para tomarse tan en serio el asunto como lo es.

No se irá nunca gratis

Porque la realidad no es solo que Zidane ya no quiere ver a Bale ni en pintura, sino que además el galés tiene que cumplir dos requisitos para finiquitar su marcha. El primero, e innegociable, olvidarse de cualquier compensación económica. Bale no cobrará ni un céntimo de los tres años de contrato que le resta. El segundo, este sí abierto a discusión, traer una oferta que esté cerca de los 100 millones de euros y, en ningún caso, por debajo de los 60 fijos.

El patrón del Real Madrid este verano es hacer una revolución en la que no se regala a ninguno de los jugadores en la rampa de salida, y menos a Bale, que seis años después va a poner punto y final a su etapa de blanco.

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