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Real Madrid

El vestuario se rinde a Ancelotti: «Jamás se debió ir»

El técnico italiano sale muy reforzado de Arabia y afronta el tramo decisivo de la temporada con serias opciones de consumar una temporada histórica

Ancelotti y Florentino, abrazo cariñoso en Riad EFE / VÍDEO: Ancelotti se muestra orgulloso del equipo tras lograr la duodécima Supercopa de España en Arabia Saudí - Atlas
Rubén Cañizares

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Pasado el ecuador de la temporada, el Madrid mira con ilusión, optimismo y ambición los próximos cuatro meses de competición. La Supercopa de España no da más que para ofrecer la copa a los aficionados el próximo domingo en el Bernabéu , antes de la disputa del partido el partido de Liga ante el Elche, pero el poso que ha dejado es de absoluto regusto. Tras años y medio sin engordar las vitrinas, y en un contexto social y económico complejo por la dureza de la pandemia, el trofeo, por menor que sea, sabe a gloria. Así quedó reflejado durante la celebración, más cerca de una final de Champions que de una Supercopa. El coronavirus ha enseñado que los momentos de éxito y felicidad deben ser exprimidos al máximo, y eso hizo ayer el Madrid en todos sus estamentos: directiva, cuerpo técnico y jugadores.

De Arabia sale muy reforzado el equipo blanco, pero sobre todo la figura de Ancelotti, uno de los personajes de este deporte de mayor riqueza profesional y personal. Un hombre tranquilo que nunca tiene un tono elevado, y si es así sucede en momentos límite pero siempre dentro de la privacidad del vestuario, sagrado para el técnico italiano. Es tal la unión y el buen rollo que desprende que incluso jugadores ‘sentenciados’ como Marcelo o Isco se rinden a su manera de gestionar el grupo y transmitir sus conocimientos y liderazgo: «Jamás se debió ir», aseguran los más veteranos del vestuario, contentos por su vuelta como el domingo noche en Riad confesó Modric públicamente: «Desde su llegada me ha dado mucha confianza, ha puesto mucha fe en mí y cuando tienes alguien así respaldándote es mucho más fácil todo».

El croata es una de las debilidades de Ancelotti, hasta el punto que el italiano responsabiliza su salida del Madrid en 2015, por terminar la temporada sin ganar ningún título grande, a las dos graves lesiones que sufrió el croata en aquella campaña. Primero, un arrancamiento del tendón proximal del recto femoral izquierdo, que le tuvo cuatro meses de baja entre noviembre de 2014 y marzo de 2015. Un mes después, a mediados de abril, sufrió un esguince de ligamento colateral medial de la rodilla derecha en el partido de Liga ante el Málaga, percance que le dejó fuera de la dura semifinal de la Champions ante la Juventus, que perdió el club blanco por un sol gol, y de los últimos seis partidos del campeonato doméstico, torneo que perdió el Madrid por solo dos puntos. También estaba de baja cuando el Atlético le eliminó en los octavos de Copa. El domingo noche en el estadio Rey Fahd , su vacile a Modric por haber fallado un pase que precedió a un cariñoso y sincero abrazo entre ambos, muestra la admiración y el respeto que hay entre ambos, que es justo lo que ocurre con el resto de la plantilla: «Has fallado un pase allí, has fallado un pase allí. Has tirado el balón fuera y ya está», le dijo en tono de burla Carletto.

«Los jugadores no tienen duda de que es el entrenador perfecto. No es invasivo nada más que en la faceta táctica donde da gusto verle parar los entrenamientos y repetir las veces que sean necesarias lo que persigue. Nadie ha encontrado ni oído hablar de su ego. No existe», explican desde Valdebebas , encantados con su vuelta. Su perfil es el idóneo para un banquillo de la envergadura y peculiaridad del Real Madrid. Lejos de relativizar nada, todo tiene importancia para él. De hecho, y ahí radica la enorme distancia con el resto, es que para él es enormemente importante no conceder trascendencia a ciertos aspectos del día a día. Ahí es donde su figura se eleva como un cohete. Su brillante sentido del humor es otro síntoma de su inteligencia. Es como ese abuelito encantador al que todos le dejaríamos que llevara a nuestros hijos al parque. Y es tal el impacto de esa personalidad que lo percibe hasta el jugador menos sensible del vestuario.

Florentino, encantado

«Este título significa mucho. Hemos hecho algún cambio y estamos cuajando una nueva época con un nuevo entrenador que nos conoce muy bien. Somos optimistas. Hemos encontrado un nuevo rumbo: ganar», reflexionaba Florentino nada más ganar la Supercopa. El presidente tenía un buen marrón el pasado verano tras la segunda espantada de Zidane. Con Mourinho, Florentino ya dio por consumida la etapa de mano dura en el banquillo merengue. Su amplia experiencia en el cargo le dice que los técnicos con mano izquierda son los que acaban cuajando y triunfando en el Madrid. Pasó con Ancelotti y luego con Zidane, por partida doble.

Ahora, el deseo es que se repita la historia de Zizou con el italiano. En una temporada puente a la espera de los fuegos artificiales que traerán Mbappé, quizás Haaland , y el estreno del nuevo Santiago Bernabéu, Ancelotti está cimentando el Real Madrid de los próximos años con buen fútbol, paz, señorío y, lo más importante, títulos. Llega lo mejor de la temporada, y lo hace con un técnico sublime como líder silencioso del Madrid.

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