Los protagonistas de la semifinal tuvieron un comportamiento magnífico, en un partido repleto de intensidad, emociones y situaciones ya conocidas en el feudo del Bernabéu.
Gabriel Jesús, calidad. Un dolor de cabeza para el Madrid por su movilidad y técnica. Mejor por el centro que por la izquierda.
De Bruyne, soberbio. Lo tiene todo y lo muestra. Potencia, toque, desborde, visión de juego. Un futbolista magnífico.
Vinicius, peligro. Cada vez que la cogió, sobre todo en el segundo tiempo, causó pavor. Desbordó a Walker. Falló un gol cantado.
Benzema, rotundo. No hizo mucho durante el partido, pero dejó su marca. Provocó el penalti y marcó el tercero.
Ederson, dudas. Portero inseguro, que gusta de asumir un riesgo excesivo con el balón en los pies. Flojo por alto.
Modric, sereno. Pidió la pelota, tuvo jerarquía y jamás se escondió. No fue su partido. Acabó sustituido.
Walker, superado. Vinicius le hizo sudar tinta con su velocidad. Superado por el brasileño, mostró problemas físicos.
Mahrez, un remate. No pudo con Mendy y estuvo medio aislado, pero logró un gol con un estupendo remate de zurda.
Rodrygo, revulsivo. El habitual revulsivo cumplió su función. Llevó a su equipo a la prórroga con dos goles cuando todo estaba oscuro.
Camavinga, energía. Determinante su aportación, energía y vigor en el centro del campo y buenas soluciones con el balón.
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