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Real Madrid

La pandilla de Carlo Ancelotti

Más amigo que jefe, naturalidad y saber delegar; la fórmula de éxito del técnico con más finales de Champions. «Los chicles son para calmarme», dice

Rubén Cañizares

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Entrenar al Real Madrid es el trabajo más bonito y más difícil del mundo. Puede sonar extraño, pero es así. No hay paciencia y sí una elevada exigencia diaria. Y los títulos se celebran con prisa. Por eso Carlo Ancelotti disfruta ... del camino, sabedor que la meta es el destino final, pero esta es en ocasiones ingrata y cruel: «La felicidad del día a día me prepara para el sufrimiento del día de partido. Todo empieza después de comer, sobre las 12.30-13.00 horas. Ahí me empiezan a subir las pulsaciones y ya no dejo de sudar hasta el inicio del partido. Los chicles son para calmarme», cuenta Ancelotti, que a sus 63 años no solo no ha logrado calmar los nervios con el paso de la edad, sino que estos han ido a más temporada tras temporada, síntoma que le acerca aún más a sus futbolistas, que ven en él un amigo antes que un entrenador o un jefe.

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