El Real Madrid gusta en el Bernabéu

En el momento de la ofrenda de premios europeos, el público cantó con amor real el «Keylor, Keylor», pero los mismos aplaudieron a continuación el primer toque de Courtois.

Hubo claros todavía en las gradas, turistas y abanicos.

El Madrid comenzó jugando muy bien. Ahora mismo puede presumir realmente de posesión, de cantera , de tener patrimonio y tener plazo fijo, pero por si todo eso no fuera bastante, también quiere hacerlo de familia, como repite Ramos siempre que puede. Es mucho. No hay que abusar.

El juego del Madrid empieza estructurado, aplicado como el alumno que cuida mucho la ortografía. La salida del balón y las triangulaciones recuerdan al primer año de Valdano, el 94-95. El Madrid por fin quiere jugar muy bien.

Llegadas en el minuto 5, 9 y en el 14. Centros de Bale, Marcelo y apariciones de Asensio . El equipo se quiere meter en campo ajeno, los centrales agarrarse como alpinistas al mediocampo, con Courtois en el mirador de los porteros modernos.

El 1-0 llegó en ese tramo prometedor: apertura a Carvajal, primer toque y remate de Bale. En el 21, Asensio intentó un eslalon habilidoso, remoto y seguramente innecesario. L a autosuficiencia apareciendo en el césped . Era como tentar la paciencia de algún dios del fútbol. Efectivamente, el Leganés se desperezó por vez primera en un balón largo hacia el rincón mullido y acogedor de Marcelo (su sitio en la defensa es como un viejo sillón con orejeras, cómodo y con su ausencia dibujada), Eraso superó a Casemiro y el penalti lo marcó Carrillo. El Madrid tardó unos minutos en volver a alcanzar su ritmo de juego. Buscó sobre todo la banda de Carvajal y Asensio. Benzema aun aparecía poco aunque remató muy bien en el 42 un balón de Asensio.

El Madrid estaba bien aunque corría el riesgo de ser poco contundente arriba y abajo. Es un equipo bien tramado que aspira a hacer un juego nuevo en el Bernabéu. Lo que pretender ser se vio en un detalle: en el 45, la megafonía anunció un minuto de añadido. El Madrid lo aprovechó en una jugada paciente y elaborada que acabó en ocasión.

A la vuelta del descanso se inauguró el VAR en el Bernabéu . Latre tuvo que ver en la pantalla un gol por lo demás bastante claro de Benzema. Se celebró con la frescura de un gol directo. El Madrid jugó con preciosismo, divirtió a su público y Benzema, que había estado un poco escondido, comenzó a danzar como el duendecillo de un ballet ruso. Marcó el 3-1, otra coreografía perfecta originada en la izquierda con escala en Modric.

El cuarto llegó de un penalti a Asensio, que se está quedando el surco del 10 y participa en todo con un principio de ubicuidad, dicho sea con prudencia y con respeto para los ubicuos y dieces que en el mundo han sido. Marcó Ramos, que lo celebró con ese gesto intraducible de los dos dedos que seguro va a universalizar.

Bale y Benzema van a gol por partido . ¿Qué está pasando? Es como si del Rat Pack se hubiese ido Sinatra pero no los focos. Sammy Davis y Dean Martin eran unos genios, no solo unos señores que le sujetaban la copa.

¿Qué será el Madrid? ¿Pink Floyd sin Syd Barret? ¿La Orquesta de Count Basie sin Count Basie? ¿Olé Olé después de Vicky Larraz? ¿O la eterna estabilidad de El Consorcio, que tanto le pega a Lopetegui?

El Madrid tiene que gestionar una nueva coralidad, igual que ha de gestionar los muchos valores que le asoman: juventud, posesión, premios, la humildad de monaguillo de Modric y hasta la tarea epocal de corregir la inflación del mercado mundial. ¡Casi nada!

En la segunda parte se recordó algo que olvidan hasta los más radicales benzemistas: en el gran juego liguero del último doblete tuvo que ver mucho algún partido en el que Benzema jugo con la “segunda unidad”. Benzema ya no juega para Cristiano, juega para todos.

No sabemos si el Madrid ganará o no, pero los partidos en el Bernabéu quieren dejar de ser aquel suplicio de fútbol con goles pero sin sentido.