Champions
Roberto Carlos y la Octava: «La defensa de cinco fue lo de menos»
El 24 de mayo de 2000, Real Madrid y Valencia se disputaron la orejona en París. Los goles de Morientes, McManaman y Raúl tumbaron a lod ché
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Iniciar sesiónDurante noventa minutos del miércoles 24 de mayo del año 2000, el fútbol español fue la envidia de medio mundo. Por primera en la historia de la Champions , dos equipos del mismo país disputaban la final, algo nunca visto hasta entonces desde su ... nacimiento en 1956. Fue en París, en el Stade de France de Saint-Denis, con el Real Madrid y el Valencia como protagonistas.
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Aquel partido fue la primera piedra del abrumador dominio del fútbol nacional en estos veinte años del siglo XXI , en la que ha conquistado diez de las veinte orejonas en juego, sumando además otras dos finales más entre clubes españoles -Real Madrid contra Atlético, en 2014 y en 2016-, y la confirmación del regreso a la élite continental del club blanco, que enlazaba la segunda de las tres Champions ganadas entre 1998 y 2002
R. Carlos: «La defensa de cinco fue lo de menos»
De las trece Copas de Europa que hacen del Real Madrid un club único, once fueron ganadas con su habitual camiseta de color blanco. No fue así en la duodécima, conquistada en Cardiff en 2017 ante la Juventus con una elástica morada , muy propia también de la centenaria historia de la institución. Y tampoco el 24 de mayo de 2000, cuando la octava llegó embutida en un negro sofisticado y con adornos de color oro, el metal favorito del Madrid en el Viejo Continente.
No fue la única novedad de aquella Champions de hace 20 años. Nunca antes, ni después, el Real Madrid ha ganado una Copa de Europa con defensa de cinco, o de tres, según la lectura que se haga del sistema implantado aquel año por Del Bosque. En aquel desconocido e inhabitual dibujo encontró Del Bosque los cimientos para ganar la segunda Champions en tres años: «Recuerdo un equipo de mucha calidad, muy unido dentro y fuera del campo. Todos sabíamos qué hacer con y sin balón, y la estrategia de tres centrales, cinco medios y dos delanteros fue pensada para sorprender al equipo contrario. Ese mérito fue del grandísimo entrenador que teníamos, Vicente del Bosque, pero también creo que el tema de jugar con cinco defensas fue lo de menos».
Roberto Carlos es, junto a Raúl y Moriente s, uno de los tres jugadores que puede presumir de titularidad en las tres finales de 1998, 2000 y 2002. Considerado el mejor lateral izquierdo de la historia blanca y uno de los mejores extranjeros que ha pasado por la entidad, de sus Champions siempre se recordará la influencia en goles decisivos. En la séptima, con su disparo previo al tanto de Mijatovic. En la novena, asistiendo a Raúl en el 1-0 y dándole el pase previo a Zidane en esa volea considerada el mejor gol de todos los tiempos en una final continental. Y en la octava, también colaboró en el 2-0 de McManaman, iniciando la jugada con un saque de banda en largo, como hizo con Raúl dos años después: «Djukic despejó el balón a la frontal del área y McManaman hizo un golpeo que practicaba mucho en los entrenamientos. Un gol increíble con una volea en suspensión que nos dio tranquilidad. Pero también me gustó mucho el tanto de Raúl. Después de correr tantos metros y superar a Cañizares con un regate muy difícil supo esperar al momento justo para tirar a portería y evitar que Djukic sacara el balón en la raya de gol. Raúl era uno de los líderes y se merecía un tanto así».
Para llegar a esa final, el Madrid había dejado en el camino al United y al Bayern, en ambos casos sin ser favorito pero dejando recitales históricos, como el de Old Trafford con aquel icónico taconazo de Redondo. Nada de eso hizo cambiar la opinión de la gente ni de los medios, y en la final la historia se repitió: «En las tres finales que he jugado, tanto ante Juventus, como Valencia y frente a Bayer Leverkusen la mayoría de la gente no nos dio por favoritos. Es verdad que el Valencia había eliminado al Barcelona en semifinales, pero nuestro camino fue muy complicado también. Ese ambiente de dar al equipo contrario como favorito nos ayudó a jugar más tranquilos y confiados. Y funcionó».
Para Roberto , aquella noche también supuso un hito para nuestro fútbol: «Es difícil ver en la Champions dos equipos del mismo país jugando una final. Aquello demostró que en Europa hay mucha diferencia entre España y el resto de países, y también entre el Madrid y el resto de equipos».
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