Brahim se suma a la lista: Zidane tiene ya 17 goleadores

El acierto ante el gol del Real Madrid (el equipo suma 61 dianas) se está viendo reflejado en el número de jugadores que han visto puerta esta temporada. Tras la victoria de los hombres de Zidane ante Unionistas de Salamanca (1-3) en la Copa del Rey, ya son 17 madridistas los que han marcado durante este curso. Brahim, autor del tercer tanto del encuentro en Las Pistas del Helmántico, han sido el último en unirse al escuadrón.

Benzema es el artillero del equipo con 16 tantos (12 en la Liga y 4 en Champions League). Al francés le siguen Rodrygo (6), y Modric y Sergio Ramos (5). Kroos y Casemiro suman cuatro cada uno en su casillero, mientras que Bale, que marcó frente a Unionistas el primer tanto del partido, tiene tres. Con dos están Valverde, Vinicius Jr. y Varane. La nómina de goleadores la completan Jović, Hazard, Isco, Lucas Vázquez, James, Carvajal y Brahim, a quien no le contabilizaron el 1-2 en Salamanca, en un remate suyo que acabó tocando en un defensa antes de entrar.

Zidane ha solucionado como ha podido la falta de un ariete que monopolizara el gol, como sucedía con Cristiano . El adiós del portugués ha provocado muchos quebraderos de cabeza en el Real Madrid hasta encontrar un camino hacia el gol. Benzema cogió aquel testigo con personalidad, pero no era suficiente. Bale no cogió ningún testigo. Hacían falta más rematadores, otras formas de acierto. La solución estaba atrás.

Courtois fabricó el gol del empate en Mestalla, en el último minuto del partido que era preludio del clásico. Su cabezazo, remachado después por Benzema, definía metafóricamente la orden que Zidane ha dado a todo su equipo desde hace tres meses: «Disparen a puerta desde lejos, no intenten meterse hasta la cocina, hay que encontrar el gol por todas las vías». Es el santo y seña que el entrenador ha dictado a Valverde, a Kroos, a Modric y a Casemiro (dos tantos al Sevilla) , centrocampistas fijos. La delantera no aporta el acierto necesario para ganar todos los partidos y son los defensas y los medios quienes se han sumado al remate. Ellos son los máximos culpables del coliderato en la Liga y de la clasificación en la Champions.

Hay un dato sintomático de esta realidad: antes de la visita al Unionistas en Copa, donde marcaron Bale y Brahim (más un tanto en propia puerta), los últimos ocho tantos del Real Madrid los habían firmado centrocampistas y defensores. El Getafe fue derrotado con dos dianas de Varane y una de Modric. El Valencia cayó en la Supercopa de España con el disparo de tres constructores de fútbol, Kroos, Isco y Modric. Casemiro, el pivote del sistema de Zizou, sentenció al Sevilla con dos goles de alto «standing». El conjunto blanco escarba el acierto desde todos sus ángulos.

Los dos tantos del brasileño explican una estrategia de Zinedine. Los centrocampistas están menos vigilados por los rivales, especialmente Casemiro, un medio centro defensivo, y deben penetrar por los flancos del área «sin hacer ruido» para acudir al remate. Benzema, Rodrygo, Lucas, Bale o Vinicius tienen su marcador fijo, son los hombres visibles del ataque, pero el enemigo no puede realizar diez vigilancias y los mediocampistas disfrutan de mayor libertad de acción.

Kroos, Modric, Valverde, Casemiro e Isco han hecho fructificar con goles esa táctica. El croata suma cinco, el alemán y el brasileño llevan cuatro. Superan a delanteros como Bale, tres tantos, más Hazard y Brahim, que cuentan con uno . En el caso del joven delantero malagueño es normal, por su falta de minutos. Ramos, cinco dianas, y Varane, con dos, también adelantan a muchos puntas en el acierto. Solo Benzema, dieciséis goles y Rodrygo, seis, mejoran las cifras de los goleadores «de atrás».

El órdago lo vivió Zidane en la Supercopa «de Arabia». Jugaba sin delantera. Benzema y Bale se cayeron de la lista a última hora y Hazard era baja. Kroos, Isco y Modric vencieron al Valencia con sus disparos. Carvajal, Rodrygo, Modric y Ramos, dos defensas, un medio y un delantero, anotaron los penaltis de la final. El gol del Real Madrid no tiene fronteras.