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El pádel necesita menos «swipes» y más historias
La inestabilidad de las parejas complica crear ídolos y rivalidades que enganchen al aficionado
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Iniciar sesiónEl pádel vive una etapa brillante en lo deportivo, pero también inestable en lo estructural. Cada semana hay espectáculo, talento y audacia sobre la pista. Pero fuera de ella, el panorama se tambalea. El reciente caso de la ruptura entre Augsburger y Cardona lo confirma: una pareja joven, con enorme proyección, que arrancó el año de forma fulgurante... y que sin previo aviso, decide separarse.
La onda expansiva ha sido considerable. El efecto dominó terminó salpicando incluso a Martín Di Nenno y Juan Tello, una dupla que parecía encontrar el rumbo y empezaba a asentarse como alternativa sólida. El aficionado, mientras tanto, observa perplejo cómo se multiplican los vaivenes ... sin alcanzar a entender bien por qué. ¿Dónde quedó aquello de apostar por un proyecto y construirlo con paciencia?
El pádel necesita volver a tener parejas icónicas, como las de antes. Aquellas de los Reca–Nerone, Belasteguín–Juan Martín Díaz, o Lima–Mieres, con las que los seguidores podían identificar una camiseta, un estilo, una filosofía. Eran tiempos donde no hacía falta mirar el cuadro para saber cuáles eran las parejas. La fidelidad entre jugadores era parte del relato. Hoy, sin embargo, pareciera que la inmediatez lo gobierna todo: si un resultado no llega, se cambia de compañero como quien pasa de canción en Spotify. Y ya se sabe: más vale malo conocido que bueno por conocer.
El pádel es un deporte joven, pero necesita madurar en esta faceta. La consolidación de las parejas no solo ayuda al rendimiento deportivo —que también—, sino que construye vínculos con el espectador. Para que el público ocasional se aficione, necesita rostros que se mantengan, duplas con las que empatizar, rivalidades que se cocinen a fuego lento. No se puede generar una narrativa sólida si los protagonistas cambian de lado cada dos meses.
No se trata, ni mucho menos, de imponer normativas. Pero sí de recuperar el valor del compromiso. Si hasta el propio Seba Nerone —que algo sabe de esto— se mostró sorprendido por la ruptura entre Augsburger y Cardona, quizá la voz de los entrenadores deba ser más escuchada. Más sabe el diablo por viejo que por diablo, dice el refrán. Y en este caso, la experiencia parece no estar siendo tenida en cuenta por jugadores cada vez más jóvenes y, a veces, demasiado influenciables por las urgencias del circuito.
En este contexto, hay que destacar el ejemplo de Tapia y Coello o Chingotto y Galán. Son parejas que siguen creyendo en su proyecto, que han resistido a la tentación de cambiar y que, sin hacer demasiado ruido, siguen construyendo su legado en lo más alto del ranking.
Por el bien del pádel, ojalá haya más casos así. Ojalá se dé continuidad a los proyectos deportivos. Y ojalá, también, en el futuro cercano, empiecen a surgir grandes jugadores de otros países, más allá del férreo dominio argentino y español. La internacionalización sería el siguiente paso natural para un deporte que, si quiere crecer de verdad, necesita menos 'swipes' y más historia.
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