¿A quién quieres más?

Las pilas que echamos de menos no son la ilusorias de Del Nido. Sino las que el equipo no tuvo en Mallorca. Muchos se empeñan en analizar el partido de la ensaimada solo en el minuto 95. Como si antes no hubiera tantos como para no dejar para el final lo que se pudo y debió hacer antes. La primera parte no existimos. Y sí lo hicimos cuando salieron al campo los futbolistas idóneos para un partido tan a contramano de algunos peloteros que no existieron. Hoy, contra el Osasuna, no se puede jugar con el reloj ni la pizarra. Hoy hay que salir con las pilas atómicas puestas para que los rojillos no nos dejen con la misma cara que se le quedó a Ancelotti el pasado miércoles. El Osasuna es uno de esos equipos proclives al arte rupestre, a la guerra de guerrillas y a despellejarse en los campos con un excedente de profesionalidad envidiable. Personalmente, le temo más a estos equipos, que a los que vienen blasonando de seda y oro, con alamares de plata y medias rosas para hacer el paseíllo. Pero que en el momento en que el toro te pega un bufido, no hay pañales para guardar tanta jindama. El Osasuna tiene música de carrusel antiguo, de boquillas Targa, en su nombre. Y guardo en mi memoria encuentros a ira y fuego entre los pamplonicas y los nervionenses. No se salvaba nadie. En la banda Caparrós y el chicano Jesús Aguirre, jurándose en arameo. Más leña que en un fuerte del oeste. Inolvidable la pelea entre dos gladiadores en aquel partido de Copa. Tanto a Pablo Alfaro como a Webó les faltó, al salir al campo, dirigirse a la presidencia y proclamar: ave cesar, los que van a morir te saludan…

Les aseguro que el partido de hoy es de los que empiezan a pelearse al dejar el Rolex en la taquilla y ponerse las espinilleras en el vestuario. Será un partido para hombres, para purasangres, para los que no se dejan intimidar como pasó en la primera parte de Mallorca. Es fútbol para fajados, de choque, de entradas que suenan y se sobreponen al estruendo del estadio. En estos partidos el hambre de ganar es más importante que la presunción de excelencia. Estar arriba es una cuestión de carácter. De saber controlar las lágrimas, de sangrar lo que pida la pelea y de sudar más que una yunta de bueyes camino del Rocío por la raya real. No insultarme más preguntándome a quién quiero, si a papá o a mamá. Quiero a mi equipo. Las únicas pilas que me importan son las del sevillismo patrio. Las que hoy enciendan al Sevilla y al sevillismo para pasarle la cuenta al Osasuna de Jaboga Arrasate…Y no va a ser nada de fácil.