Testudo y balista
Del diseño que haga Almeyda y de la ejecución del mismo por parte de los suyos dependerá si hay sueño o pesadilla mañana
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Iniciar sesiónUn clásico en las relaciones entre madres e hijos ha sido la prohibición de bañarse hasta no pasar dos horas desde que dejaron de comer y de esa forma evitar la hidrocución, el 'corte de digestión' de toda la vida en los que peinamos canas, ... aunque se confundiera el tocino del cocido con la temperatura del agua. Le vendría bien a los aficionados sevillistas almorzar mañana muy temprano y asistir al partido contra el Barcelona con el tránsito intestinal acabado, no sea que el jarro de agua fría se produzca en los inicios del encuentro y queden 'hidrocutados'.
No es ser pesimista, sino optimista medianamente informado, para asumir las escasas probabilidades con que cuentan los de Almeyda de salir airosos del compromiso contra los azulgrana. No es sólo la diferencia presupuestaria y de calidad de las plantillas, sino también los añadidos: un fútbol consolidado frente a otro por cuajar; las dificultades en la creación de los locales y las escasas oportunidades para intentarlo ante un rival que se apropiará del balón; las espaldas poco anchas de la defensa blanca frente a la picardía de los culés en buscarlas; el histórico de derrotas que, incluso en tiempos de cabañas gordas, lastran las contiendas con él.
Realista y soñador no son términos contradictorios, sino complementarios. Un buen análisis de las virtudes y defectos del contrario permiten esperanzarse. Del diseño que haga Almeyda y de la ejecución del mismo por parte de los suyos dependerá si hay sueño o pesadilla. Soñemos: formación tortuga (el testudo con los escudos de los romanos) en defensa y uso de la balista griega (catapulta, para entendernos) en ataque. Solidarios hasta la muerte en la ayuda al compañero y eficaces a la hora de lanzarlos, mejor con balón que a base de pedradas, hacia el portal de Szczesny, aprovechando que la zaga barcelonista acampa para el asedio en predio ajeno. Nunca al revés, tirándose piedras contra sí mismos y a paso de quelonio hacia el objetivo. ¿Qué es fácil decirlo y difícil hacerlo? Tanto como convertirse en millonario a los treinta años.
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