Mucho te quiero, perrito…
Ya no hay 'héroes' como Gabriel Rojas en este Sevilla tieso como mojama barbateña
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Iniciar sesión1992. Dicho a secas alguien podría pensar en un apéndice del '1984' de George Orwell. Pero no. Fue el año de la conversión de los clubes españoles en Sociedades Anónimas Deportivas. No todos, que la aristocracia económica o política quedó exenta de ello, ... alimentando la sospecha de podredumbre, cuyo hedor persiste hoy en día. Si la obra orwelliana se convirtió en la distopía literaria más importante del siglo XX, 1992 lo fue futbolística: una sociedad futura de características negativas causantes de la alienación de clubes y aficionados.
Corría junio y se acercaba el fin del plazo para la conversión. Al Sevilla le faltaban algo más de 150 millones de pesetas de los 690 en que se fijó el capital social exigible. A Gabriel Rojas, constructor y ganadero, presidente del club en la década de los 80, le hicieron una emboscada los máximos accionistas en un restaurante sevillano. Salió indemne de ella, no sin comprometerse antes a comprar todas las acciones aún en el mercado.
Ya no hay 'héroes' como él en este Sevilla tieso como mojama barbateña. Ni tan sevillista, por más que prefiriera ver a Curro Romero en la Maestranza que presidir un partido de los Cardo boys. A falta de competencia y talento para conseguir 'palancas' que hubieran permitido la inscripción de jugadores, como la congoleña del sátrapa Laporta, y ante la tardanza de concretarse los traspasos, quedaba sólo el recurso de los avales personales. Del Nido Junior y el consejero Jorge Marín echaron su firma para hacer posible la alineación de Akor en Bilbao. Pero del resto del Consejo no hay noticias. Quienes piden el oro y el moro por sus acciones tras llevar al club a la ruina con su gestión, no han sido capaces de avalar la presencia de los jugadores necesarios para que Almeyda pudiera comenzar la competición con más mimbres que los rotos de la temporada pasada. Ojalá no pese al final de la competición tan «ostentórea» (Jesús Gil dixit) demostración de que sólo les importa el dinero y mantenerse en el poder, aún a costa de las penurias deportivas del club. El palmario «mucho te quiero, perrito, pero de pan poquito».
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