Miotendinosa Isquiotibial, otra vez titular

Y algo más de fe deberá tener el sevillismo en los que restan sanos durante las largas estancias de aquellos en la enfermería. No tanto para mañana, frente al Barcelona, en lo que no hace tanto eran «partidos grandes» en el Sánchez-Pizjuán, sino a partir de él, cuando se jugará, con un calendario que otrora llamaríamos asequible, el ser o no ser al más puro y dramático modo hamletiano (pónganle nombre a la calavera a su gusto).

Llegan los de Flick a Nervión tras lapidar al Valencia en la Copa. Y a otros en la Liga, incluido al líder. Sólo que en sus días excelsos, porque en los tontos si son abordables. Cinco derrotas y tres empates llevan en Liga. Les han doblegado Osasuna, Real Sociedad, Las Palmas, Leganés y Atlético de Madrid, y empatados, en este caso sólo como forasteros, Celta, Betis y Getafe. Quitando a los atléticos, todos por debajo del octavo puesto en la clasificación, plaza navarra.

La conclusión que se saca de ello es fácil de adivinar. Hay que correr más que él, presionar con contundencia y orden y salir rápido al contragolpe buscando su espalda. Virtudes todas ellas que son defectos en los de García Pimienta: se presiona mal, no se roba el balón hasta el área propia y el contragolpe se reduce al pelotazo en largo a los predios donde mora Lukebakio.

Sólo en dos partidos han dejado de marcar los azulgrana. Los rivales de Michael Jordan decían cuando se enfrentaban a él que el objetivo no era dejarlo sin anotar, reto imposible de consumar, sino que lo hiciera muy por debajo de su media. Sólo así, Sevilla, puedes soñar.