Sevilla FC
No con tu dinero
La agresividad, cuando no violencia, de la facción más radical del sevillismo ha alcanzado un nivel delictivo y potencialmente peligroso
La agresividad, cuando no violencia, de la facción más radical del sevillismo ha alcanzado, con la colocación de un muñeco ahorcado en un puente de la capital, identificable con José María del Nido Carrasco, un nivel delictivo y potencialmente peligroso. No hay «peros» que ... valgan y es de esperar que la policía, al igual que ocurriera hace unos días con los sucesos de la Ciudad Deportiva, identifique y ponga ante el juez al autor o autores.
Sería necesario además que la creciente y difícil de controlar virulencia de los mensajes en las redes sociales, la mayor parte amparados en el anonimato, no encontrasen también cobijo en los medios de comunicación serios a través de tertulianos que con frases como «hay que hacerles la vida imposible» o «que no puedan salir de sus casas», se convierten en una palmaria incitación al acoso y, por extensión, en invitación al derribo.
La constitución de los clubes en SAD en 1990, auspiciada en su asimetría por quienes ostentan el poder económico o político desde entonces en el fútbol español, convirtió a las aficiones en simples apéndices del capital, fácilmente extirpables. No tuvo la decencia el poder legislativo de imponer restricciones a quienes aspiraban a controlar a las entidades, como si se hizo en el balompié alemán, donde el 51 por ciento de las acciones pertenece a los socios. El fútbol, salvo en los casos del Real Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna, se convertía así en un negocio y al accionista minoritario en un simple cliente.
El último comunicado del sector más crítico con el actual consejo contiene una interesante aportación a la relación entre el seguidor de a pie y el empresario. Con su llamamiento a no hacer acto de presencia durante el primer tiempo del partido contra el Real Madrid de mañana está haciendo lo único razonable: no comprar el producto que le ofrecen. Por malo, por mal presentado, por caro, por enriquecer a quienes lo ponen en el mercado. El sentimiento, único patrimonio del aficionado, no cotiza; si este no saca su carnet, se despeñan, en lo económico y en la imagen, las acciones del club.
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