'Camaleón' Almeyda
Nadie le va a pedir, a diferencia de su etapa de jugador, que multiplique los panes y los peces a partir de medio mollete y una sardina
Matías Almeyda, nuevo inquilino del banquillo del Sevilla F.C., calificó en su día como «el peor de la historia» al club al que llegó como jugador estrella en la temporada 1996-97. Treinta años después vuelve al que ha sido en la campaña pasada ... uno de los equipos más mediocres desde 1890 y con la entidad tan convulsa y tiesa (en aquel tiempo en pesetas, hoy en euros) como entonces. Ahí es nada la nómina: José María González de Caldas, Francisco Escobar, José María del Nido Benavente (unas semanas interino) y Rafael Carrión, en la presidencia; José Antonio Camacho, de inicio; Carlos Salvador Bilardo, un rato, y Julián Rubio, hasta el segundazo, de técnicos, y en el césped una mezcla de caducos, acomodados, jóvenes sin experiencia, fichajes escandalosos (Colusso) y canteranos traspasados por una pringá (José Mari).
En aquella entrevista de 2007, Almeyda se quejaba de que la afición esperaba que asiera el timón del equipo y fuera un chico para todo, cuando en River Plate se desempeñaba como un 'cinco' nato, un currante de los que no daban un balón por perdido, pero que con él carecía de magia, ni siquiera de la elemental potagia, para convertirse en el galvanizador del juego. Como no tenían un duro para pagar a River, ni a nadie, se marchó al Lazio, donde triunfó. Ahora, harían mal en esperar de él un Juande Ramos o un Unai Emery y sí un tipo bragado en situaciones complicadas y nada dogmático: llega con un ideal y en el campo de entrenamiento, en función del hábitat que encuentra y los especímenes que lo moran, su piel de camaleón le permite camuflarse con el paisaje.
La primera decisión de Antonio Cordón al confiarle el banquillo tiene que venir ahora acompañada de una intendencia adecuada al de Azul (esperemos que no cianótico, como el que luce el club), para que pueda desarrollar su trabajo. Nadie le va a pedir, a diferencia de su etapa de jugador, que multiplique los panes y los peces a partir de medio mollete y una sardina: bastará con que les enseñe a amasar y a pescar para asegurar el sustento semanal.
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