A Donostia, con el novecientos noventa y nueve en mente
La Real anda peleada con el gol, hasta casi no hablarse con él. Sólo dos equipos, Getafe y Valladolid, han marcado menos
Desaprovechó el Sevilla un calendario benigno y ahora afronta uno potencialmente maligno, aunque con este grupo nunca se sabe. No porque alterne gestas y desastres, sensaciones dulces y agrias, sino por todo lo contrario, por ser su fútbol un chapapote que al mismo tiempo que ... le impide avanzar, dificulta a sus rivales, salvo los que lideran año tras año la clasificación, alcanzarlo y darle una ahogadilla. Y así, a base de victorias por la mínima, pocas, y en el grupo de cabeza de los empatólogos, no sólo sobrevive sino que sueña, siendo duodécimo y con esos pelos, con alcanzar una plaza en Europa.
Resulta curioso que, de conseguir la victoria mañana en Anoeta, los blanquirrojos cerrarían la jornada dominical con un 9-9-9 en la tabla (el Rayo, de perder en el Bernabéu, también lo haría) tras 27 comparecencias. Los amigos de la cabalística le dan al 999 el significado de la finalización de un ciclo, el punto de inflexión que debe llevar a ir olvidando el pasado para dar paso a nuevas experiencias y oportunidades. Sólo el reciente, claro está, que de remontarse en el tiempo lo deseable no sería tanto tener experiencias nuevas sino rememorar las viejas.
Y hablando de oportunidades, la que se le presenta a los sevillistas en Donostia es estupenda. Llegan a la cita los de Imanol Alguacil con plomo en las piernas tras su partido del jueves frente al Manchester United, bajas importantes o de dudosa presencia en la contención y además peleado con el gol, hasta casi no hablarse con él. Sólo dos equipos, Getafe y Valladolid, han marcado menos tantos en lo que se lleva de campeonato.
Me decía un amigo con no poca sorna que, con Pimienta en el banquillo y Verdura al silbato, se presenta mañana en la tierra de Arguiñano un partido de lo más vegano. La recuperación de Lokonga le podría dar a los blancos el aporte proteínico necesario para potenciar su menú. Después, para qué ilusionarse con otra cosa, todo dependerá de que ese Juan Palomo que responde al nombre de Lukébakio se lo guise y se lo coma. Suena injusto, pero le toca a sus compañeros demostrar el porqué lo es.
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