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A tus pies, Jesús Navas

El capitán del Sevilla puso fin a su carrera con un sentido homenaje en el Santiago Bernabéu

23/12/2024
Actualizado a las 11:57h.

Muchos intuíamos que la figura de Jesús Navas había trascendido más allá de los muros del Sánchez-Pizjuán. Ahora que las interioridades de los vestuarios están a un golpe de mando a distancia, la generosidad del todavía capitán del Sevilla ha inundado ... miles de hogares, mostrando una forma de ser alejada de lo cotidiano, no sólo ya en el mundo de la pelota, sino del común de los mortales. Pocos profesionales anteponen el bien del grupo, incluso de un compañero, por encima del propio, como hizo Jesús con Carvajal durante la Eurocopa. Por esto y por otros mil detalles parecidos, Jesús recibió en el Santiago Bernabéu un espectacular homenaje que no es sólo de un club señor como el Real Madrid, sino de todo el fútbol español. No pudo contener el llanto, en un mes de diciembre que lo va a dejar seco de tantas emociones vividas y recuerdos que conservará por siempre en su memoria. Esa despedida por capítulos, como los buenos documentales deportivos en las plataformas televisivas, tiene de positivo el comprobar la magnitud de un futbolista que no sólo ha sido profeta en su tierra, sino que se lleva el cariño y respeto del mundo del fútbol. A tus pies siempre, Jesús.

Mensajes en redes sociales de las principales figuras de este deporte. Envidia sana de aquellos, como Sergio Ramos, cuya forma de ser le ha impedido ganarse el cariño, que no el respeto, de las aficiones a las que ha defendido en la hierba. Jesús es distinto. Siempre lo ha sido. El ego lo enterró en una mochila con 15 años. El único niño que no soñó con ser futbolista, sólo con jugar el fútbol. Sus lágrimas en la zona mixta del coliseo blanco sólo muestran que no deseaba que el camino terminara ya. Que le quedaba una última carrera, aunque fuese impulsada por su propio corazón. Una trayectoria intachable dentro de un cuerpo guerrero. Una cosa no quita la otra. Su enfado con el linier por un fuera de juego en el alargue de un partido ya perdido fue su última demostración de competitividad sin límites, llevando el no rendirse a un nivel desconocido. Probablemente, cuando El Arrebato escribió ese canto al sevillismo por su centenario, con Navas ya correteando por la hierba del Sánchez-Pizjuán, la figura del niño estaba en su cabeza. Nadie representó tan bien un escudo. Un sentimiento. Una forma de ser y vivir. A tus pies siempre, Jesús.

El Sevilla ha tenido a lo largo de su historia grandes futbolistas, a los que les dolía el corazón en la derrota. Capitanes generales (Pablo Blanco), genios (Reyes) y mitos (Puerta). Parecía imposible que una sola persona englobase a todos, pero no lo era. Jesús lo ha conseguido. El agradecimiento eterno del Sevilla y su gente lo llevará como la medalla más brillante de su carrera. Ha puesto al mundo entero a sus pies sin pretenderlo, mucho menos imaginarlo. Deja a su Sevilla en una posición desconocida para el bueno de Jesús en sus casi dos décadas dando la cara por la camiseta blanca y también la roja. Un equipo venido a menos, donde no se puede negar el compromiso del grupo por conseguir los mejores resultados posibles, pero cuyas limitaciones son tan gigantescas que no le permiten permanecer de pie en un campo como el Bernabéu ni 10 minutos. Pasillo al campeón. A la leyenda. A Jesús. Impulsó al Sevilla con 20 años a alcanzar los mayores éxitos de su historia. Incluso tocó el cielo con otro Sevilla menos poderoso. Lo deja casi dónde lo dejó. Su último servicio ha sido el de mostrar que en las malas también se debe estar. Peleando, compitiendo, sufriendo y ayudando. Un ejemplo. El fútbol español se ha rendido a ti, niño. A tus pies siempre, Jesús.