El Sevilla FC se lanza al vacío por enésima vez
El club decide lanzarse a por un proyecto a largo plazo que no puede ni debería pagar, sobre todo porque la cúpula sigue idéntica
Dicen muchos que quien no arriesga no gana. Cuando se ha convertido en un refrán, será por algo. Las cosas buenas sólo le pasan a los que de verdad se lanzan a por ellas y no las esperan sentados en la parada del autobús. ... Hasta ahí estamos de acuerdo. Lo que sucede es que en el fútbol se tiende a una especie de cultura política de tirar hacia delante sin percatarte lo más mínimo del posible número de atropellados que has dejado en la cuneta con tu acción. Como si no fuese contigo la gestión temeraria de una sociedad en ruinas. Si yo no puedo pagarlo, ya vendrá otro que lo haga. O peor. Como el negocio del fútbol, a veces, es imprevisible, pues la pelota puede entrar y lo que hoy son críticas máximas, se queden en simples silbidos en las derrotas. Cuando la raíz está podrida, lo que florece difícilmente dará frutos comestibles. Ya puede gastarse el Sevilla 25 millones año en Simeone o Guardiola, que el problema de base no está en el banquillo.
No descarto ningún escenario de cara a la próxima temporada. Llevamos años en esto y sabemos que este deporte tiene una carga tan imprevisible como afortunada. Romper la hucha, o mejor acudir a prestamistas para pagar el último invento, repito que puede salir bien. Tener a gente de nivel es las estructuras es un acierto de perogrullo. Cordón e Imanol lo son. Sin embargo, la madre del asunto es si les dejarán trabajar con las manos libres, sin inmiscuirse donde no deben los miembros del consejo, aconsejando sin saber o regalándose medallas ajenas simplemente por salir en la foto. Quien no sepa que no moleste. Y también que tenga aguante. Ya está bien de ir quemando los mínimos brotes que puedan surgir en el árido futuro nervionenses. Si se la juegan, que sea con todas las consecuencias. No caerá esa breva.
De todos modos, como siempre, la gestión con los damnificados es propia de gentes sin escrúpulos. O más bien de torpes, ya que lo primero requiere un pensamiento ciertamente concienzudo, no como lanzar una moneda al aire o saltar al vacío, que se hace de forma inconsciente, creyendo que el destino te debe algo y te salvará de darte de bruces con la realidad o el durísimo suelo al final de la caída. Ya demostraron poca clase en el adiós de Lopetegui. Hace ya tiempo, aunque aún se recuerde. Si lo hicieron con una leyenda del Sevilla, que no esperar con el último parapeto que les queda(ba).
Con Víctor Orta lo han tenido más sencillo porque casi ningún aficionado lo quiere ver merodeando por el Sánchez-Pizjuán. Comprensible. Pero darle una patada en la boca del estómago sin cruzar una llamada, después de haberse tragado bastantes goles por parte de quien compartía su destino, como es el presidente, no era de recibo. No hablo ya de humanidad, que también, si no de un mínimo de sentido común. Porque nunca sabes a quién te encontrarás al final del camino o del pozo al que te sigues tirando, arrastrando contigo el escudo que presumiblemente tienes el encargo de defender.
Algún día te tocará pedirle a alguno de esos que te eche una mano, lo que no sabemos es si lo hará para levantarte o al cuello. Echaste a Julen. Escupiste en el adiós de Monchi. Pateaste el trasero de cuantos entrenadores, algunos campeones, pasaron por tu vera. Ahora desprecias a quien le pediste ayuda en la reconstrucción de un proyecto que tú mismo habías envenenado desde la soberbia de pensar que esto era muy sencillo. O desde la ignorancia de no darte cuenta de que te venía grande. Lo misma da que da lo mismo. Esto es el Sevilla. ¿Este año puede salir bien? Claro. Es fútbol, el único lugar donde se aplaude al inútil y se desprecia al que sí vale. Una reunión de focas amaestradas con tal de que el espectáculo continúe. Aplaude, aplaude, que algo queda.
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