El Sevilla está como el AVE: parado y sin nadie que se responsabilice de sus problemas
El cambio de entrenador no ha servido para nada, mientras el colchón sobre el descenso es una nube que no tapa la realidad
El cambio en el banquillo del Sevilla, en contra de la opinión del director deportivo, no ha servido de absolutamente nada, y cabría decir que para sorpresa de nadie. Elegir un entrenador para calmar a la masa en vez de que la decisión se ... basase en criterios deportivos es la enésima tropelía de un club a la deriva que se afana únicamente en achicar agua mientras el hundimiento está más que certificado. El Sevilla se centra en despejar balones cuando ya ha recibido una goleada. El club está concentrado en que las miradas se desvíen hacia otro lado, escurriendo el bulto, escondido detrás de cualquier parapeto. El actual es Joaquín Caparrós, cuyo efecto pompa de jabón estaba más que avisado. El Sevilla ha dejado pasar la oportunidad de salvarse con un calendario amable (Alavés, Osasuna y Leganés) y entra en la verdadera recta final con peligro real de descenso. Real, real. Sin nervios infundados. Palpable. Un sálvese quien pueda que comienza a calar en la cabeza de los sevillistas y en las piernas de los profesionales. Errores groseros. Impropios. Y un balón fuera del Leganés en el alargue que puede valer una permanencia para el Sevilla. O ni eso quizás. Necesita la victoria ante Las Palmas en Nervión como el respirar, ya que los puntos ante Celta, Real Madrid y Villarreal no es que se den por perdidos, pero casi. Sumar esos tres y esperar que el resto se meta en el zurrón entre poco y nada. Un suplicio.
Después de una semana pidiendo unión, alentando al sevillismo hacia una tregua que no tragaban ni casi deseaban, la imagen del equipo estuvo totalmente alejada del apoyo de su grada, que no silbó a nadie, que se contuvo, hasta que el colegiado señaló la finalización del encuentro, acordándose del palco, pero sin tanta fuerza. Deshinchados en su ánimo y en su esperanza. Asumiendo la cruel realidad que les ha tocado vivir y agachando la cabeza como nunca antes, aceptando la condena, algo poco habitual en una afición como la sevillista. Y resulta incluso extraño decir todo esto con seis puntos de ventaja con doce en juego. Sin embargo, no hay más ciego que quien no acepta lo que viene. El Sevilla es un muerto. Nervioso desde su palco hasta su banquillo, que no acepta tampoco que su tiempo ya pasó y que no debía haberse subido a este barco para servir de parapeto a los dirigentes. El sevillismo de Caparrós le pudo. Le puede. El entorno también tóxico del Sevilla no quiso contradecir la decisión del ser supremo. Mejor no enemistarte con quien te da de comer. Y mientras Joaquín sufriendo por ver que por mucho que lo intenta a su plantilla no le da. Superado. Con unas lecciones de cómo ser seguidor del Sevilla que nadie le ha pedido y menos le interesan. Nadie es sevillista a la carta. Nadie. Un hombre de a pie como Caparrós no puede entrar en ese peligroso juego, en hacerle el trabajo sucio al palco.
Y nos queda la pata de las responsabilidades de Víctor Orta. Quiso que continuase Pimienta. Agua. Es la enésima vez que desautorizan algunas de sus decisiones e indicaciones. De las relevantes. Él debe ser quien valore si se puede trabajar de este modo, por mucho que después públicamente su jefe le saca como mínimo a hombros, aunque por detrás pueda pensar otra cosa. Otro parapeto. Otro Kleenex que arrojar al suelo cuando ya esté amortizado. Con la sensibilidad y ética tan alejadas de lo humano que ya casi asusta, por mucho que no vendan que el mundo del fútbol es más propios de tiburones que de personas. Orta está planificando la próxima temporada. Con dos duros. Mirando entrenadores y firmando jugadores. Todo con el pensamiento de que el Sevilla se quedará en Primera. Está por ver. Por mucho que quieran vender que no hay miedo, el club ha entrado en pánico. Absoluto. Está como el AVE: parado y sin nadie que asuma la responsabilidad de hacer funcionar a una entidad que llegó a ser modélica y hoy es el hazmerreír del fútbol español. La Feria más descafeinada en Nervión, con la doble alegría del vecino coleando, que todo cuenta en los corazones del hincha.
Mayo se presenta con el velo negro de la inseguridad, el fracaso y el temor a un segundazo histórico. 25 años después de caer por última vez en las garras infernales de Segunda división. O el Sevilla espabila y le acompaña la suerte y medio milagro (como el gol fallado a puerta vacía por el Leganés), o esta temporada será recordada como la culminación de un plan maléfico coordinado por las grandes familias que auparon al Sevilla y no se quisieron dar cuenta de que su tiempo ya pasó, además de sus desmedidas ansias de dinero, provocando que se enterrase el más bello de los sueños vividos: del mejor Sevilla FC de la historia, a un club ruinoso, arruinado y sin nadie que le proteja.
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