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Rompiendo que es gerundio

El Sevilla corta sus relaciones con el Betis en un movimiento que sólo molesta al que entiende la sevillanía

Alberto Fernández

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Ya está. Sevilla y Betis, por parte del primero y pellizcado por el segundo, ya no se hablan. O escrito de forma educada por asesores en sesudos comunicados, han roto relaciones. ¿Qué significa esta postura del club presidido por Del Nido Carrasco? Que no ... quiere saber nada del otro club de la ciudad. No sentarse en el mismo palco ni a la misma mesa. Una entidad con la que, por cierto, comparte hábitat. Cielo, tierra y río. Padres, hermanos e hijos. Barras de bar y pupitres en el colegio. Como en toda pelea, cada uno defiende que el otro ha sido quien ha comenzado, aunque cuando se produce un enfrentamiento siempre está motivado por la necesidad de ambas partes de que se produzca. ¿Betis y Sevilla querían pelearse? No exactamente, pero a los dos máximos mandatarios les proporciona un escudo contra futuros problemas hacia su propia parroquia, pudiendo alegar que han llegado incluso hasta este punto de desencuentro por defender los intereses de sus aficionados. Evidentemente, esta posición adoptaba por el Sevilla ensalza incluso un poco más el discurso de Ángel Haro hacia su gente tras la junta de accionistas. En la batalla de los tiempos ha salido vencedor. Quien habla (golpea) primero suele parecerlo para la opinión pública. El Sevilla, quien esperó al enésimo homenaje a Jesús Navas, donde se encontró con Joaquín y ambos demostraron la sevillanía bien entendida, ha decidido no mirar para otro lado, en lo que entiende una provocación sin límites, y ha preferido dar un portazo. Tan fuerte que ha roto hasta el marco de la puerta.

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