El primer día de Cordón en el Sevilla FC
El director deportivo asume la difícil papeleta de levantar al Sevilla elefantino yendo de la mano del presidente
Antonio Cordón vivió una puesta de largo más bien tranquila. Con poco ruido. Ni su pasado bético fue motivo que alterase su presentación, vendiendo su llegada con naturalidad. El acierto comunicativo de separar su intervención de la presidencial rebajó muchísimo los decibelios para el ... protagonista, ese director deportivo (no sé por qué llamarlo de fútbol, como en su día a Caparrós) que no merecía comenzar con el foco puesto en la negatividad que rodea actualmente al Sevilla FC. Que sus palabras estuviesen limpias, que su mensaje se refugiase de cualquier mancha del pasado, representadas esas sí por la rueda de prensa de José María del Nido Carrasco dos días por delante. Fue antes para que tras la tormenta llegase una aparente calma, un nuevo tiempo, aunque lo mismo se trata se ese relax cuando nos situamos en el ojo del huracán. El presidente le debía una explicación a los suyos, o más bien un mea culpa. De todos modos, la autocrítica siempre pasa a un segundo plano cuando suena a palabras huecas si las decisiones navegan sobre la base de los problemas. Muchos sevillistas pedían más renuncias que explicaciones. Es comprensible decirlo desde la barrera y también lo fue la argumentación del presidente. Manda el capital, por mucho que duela al aficionado, y ese mismo, agrupado en relaciones de intereses económicos y odios perennes, más que de miradas al futuro, es quien elige el devenir de la sociedad anónima que lleva por nombre al Sevilla Fútbol Club.
Las equivocaciones o errores en fútbol siempre se intentan solucionar con un relevo en las personas que toman decisiones deportivas, cuando quizás en la raíz esté el principal hándicap, en los despachos, donde se sigue sin encontrar el camino de la recuperación real. Cómo salir del agujero. Cuál es la cuerda para escalar del pozo. El Sevilla está empeñado en tocar la lona (económica) antes de comenzar a crecer. De dar los primeros pasos. Hasta 2027 se calcula que no llegará el equilibrio deseado y en esta labor de reconstrucción lenta se ha contratado a Antonio Cordón. El primer paso será apuntarse en la memoria el nombre de la entidad, en el orden correcto. Después, lo verdaderamente importante, que recuerde a su vez que la independencia propia será la madre de todas las victorias. Que sólo deba arrepentirse de sus errores, de los que él cometa, no de otros. Independencia. A fuego. Casi más que el orden de fútbol y club.
Para empezar ha ganado una pequeña batallita (si es que alguna vez se planteó) de firmar al entrenador que él quería. Es suyo. Ni de Orta, ni del presidente, ni de ese consejo de administración que, supuestamente, ahora tiene más poder. Digo supuestamente porque la comodidad de figurar sin hacer ni decir nada ya la quisiera cualquiera para sí. El «Junior vete ya» es cántico reconocido y este jueves recorrerá algunas calles del centro de la ciudad. Una especie de ola amarilla que quiere presionar desde la concienciación popular. Las amenazas sólo sirven en los regímenes totalitarios. El resto de consejeros vivirá esta reunión en contra de su gestión desde un sillón con el aire a 22 grados y acariciando un gatito. Tampoco es plan de estar todo el día pasándolo mal. Así que, el sevillismo podrá decir bien alto y lejos de los muros de su estadio lo que tanto anhela, que no es otra cosa que un cambio en la dirección de su club, aunque la única aplastante realidad es que el Sevilla va a continuar por la senda marcada hasta que alguien llegue con una oferta de compra irreal, que ni siquiera sostiene la calculadora del móvil. Es decir, nadie comprará algo por el doble o el triple de su precio. Es como un callejón sin salida que sólo la pelotita puede desenmarañar. Una temporada decente del equipo, después de un verano donde se va a vivir más de un numerito en cuanto a las salidas, ventas, inscripciones y, con muchísima suerte y tesón, algún fichaje a coste cero, provocaría que se mirase al futuro con la misma incertidumbre y una chispa menos de temor. O no. Quién sabe. Pero que el proyecto que se está iniciando es a largo plazo. 2028. Pese a que en este negocio los tiempos son relativos y hay que mirar año a año. Y casi ni tanto. Que si se necesita seguir dando patadas hacia delante cuando los números no cuadren y haya que recurrir a engordar el crédito y la deuda, pues se prolongará este estado de pan para hoy y ya veremos mañana.
Tampoco se puede vivir eternamente a la gresca. Enfrentado. Por mucho que haya sevillistas indignados y que se dejarán su voz el jueves, el abono ya lo tienen en su bolsillo. Porque una cosa es la crítica o el malestar con las personas que dirigen la nave blanquirroja, y otra cosa abandonar una pasión heredada. Como esos devotos de la Macarena que, bajo su presión, han conseguido levantar y denunciar la terrible gestión de la restauración de la Madre de Sevilla. Esperan respuestas y no cejarán en su empeño hasta conseguirlas. Se escondan o no los culpables. Y en la madrugada del Viernes Santo allí estarán para acompañar a su virgen. Cercana o no a la imagen que recorren los vericuetos de su memoria. Porque madre no hay más que una. Igual que equipo de fútbol. Asumir que los tiempos difíciles están lejos de terminar, que la travesía del desierto está arrancando y que este Sevilla elefantino se levantará muy poquito a poco, si es que antes no se deja caer sobre las cuatro patas de agotamiento o hartazgo. Antonio Cordón deberá predicar en el desierto de ese ambiente hostil que se respira en el Sánchez-Pizjuán, más si en su discurso alude al presidente. La percepción sobre Del Nido Carrasco no cambiará en muchísimo tiempo, si es que alguna vez el sevillismo llega, como mucho, a aceptarlo en el cargo, no a sentir que le viene impuesto. Son los tiempos que les ha tocado vivir. A José María y a Antonio. Se han dado la mano para levantar al elefante. El primero ha colaborado directamente a que esté sentado. Sólo con la fuerza social del sevillismo de su lado se podrá levantar. ¿Cómo llegar a esa unión? La respuesta es sencilla. La decisión no tanto.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete