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La felicidad de Antonio Cordón
El director deportivo dio una rueda de prensa que rozó el esperpento tras un mercado lleno de lagunas
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Iniciar sesiónQue dice Antonio Cordón que se lo ha pasado «muy bien» durante el mercado de fichajes. Que se ha «divertido» e, incluso, que está «muy feliz». Si no fuera porque trato de tomarme mi profesión lo más en serio posible pensaría que es ... una especie de cámara oculta o algo similar. Que el nuevo director deportivo del Sevilla estaba hablando en broma, con un poco de cachondeito por las horas intempestivas de su comparecencia pública, quitándole hierro a la catastrófica situación que vive una entidad sumida en el más absoluto de los desastres. Lo que tengo claro es que no hay nadie a los mandos. Y si las llaves se le han dado al extremeño, quien ya pasó por la ciudad dirigiendo al Betis, o no se enteró entonces de cómo funcionan esos vasos comunicantes entre clubes o es que tiene un sentido del humor muy superior a la media. De los que sueltan una carcajada por algo que tú no llegas a entender. Como, por ejemplo, hacerle hueco a un jugador de vuelta como Alexis Sánchez en la plantilla, habiendo tenido que pagarle a Kelechi Iheanacho para que rescinda y le deje su ficha. Plan sin fisuras al parecer. Recordando igualmente que ha llegado el chileno para el ataque después de haber vendido a Lukebakio, Idumbo y la factura de Iheanacho. En fin. Una reestructuración con muchas lecturas y una sola conclusión: el Sevilla tiene peor plantilla que el año pasado. El objetivo sólo puede ser salvar el cuello. Pero Cordón está feliz. Vivir para ver.
No digo con esto que deba tener un mensaje derrotista. Que hable abiertamente de la tiesura que asola el Sánchez-Pizjuán o prepare a los aficionados para un sufrimiento descarnado. No es eso. Pero creo que al aficionado al fútbol se le suele tratar desde un punto de vista infantiloide o paternalista, lo que prefieran, pero sin ofrecerle un paisaje realista de la situación por la que está atravesando su entidad, por mucho que ya se haya la idea de ello. Disfrazar la verdad es peor que mentir. Si se pide que todos remen en una misma dirección, lo mismo la mitad se sube al barco y se pone manos a la obra. Decir que es de día cuando la lluvia te está calando hasta los huesos suena a tomadura de pelo. Será el año de Nianzou y Akor Adams. Sí, claro... Soy un fiel defensor de que los mensajes siempre ayudan. Que hay que dar la cara sobre todo cuando la situación es tan negativa. En el Sevilla hace tiempo que no espero que nadie coja ningún tipo de bandera. Las pocas veces que los dirigentes se ponen delante de los medios es para decir que lo hago lo mejor posible, que con voluntad todo sale adelante. Y no es así. La hierba será la que dictamine qué Sevilla se verá en un futuro cercano. Los resultados están, evidentemente, en el aire. Todo se ha fiado a la pericia de Matías Almeyda. A su trabajo. Mucho y bueno deberá hacer el entrenador del Sevilla para que la temporada sea un éxito dentro de las aspiraciones del club.
También habrá que ver el rendimiento de los nuevos fichajes. Firmar sin dinero es un horror. Debe serlo. Se conocía la necesidad de vender a los mejores. Sin olvidar que los futbolistas, habitualmente, juegan donde quieren. No se le puede pedir a Cordón que haga un equipazo vendiendo a sus dos estrellas y gastando lo que lleva en el bolsillo. Sin embargo, la foto final está emborronada. Se ha fiado todo a un mercado de última hora, donde se han quedado con los ofrecimientos de bajo coste, muchos de ellos sin venta futura y por salvar el expediente con 25 fichas en el primer equipo. No se han colocado apenas descartes, haciéndole ficha a Januzaj, comiéndote al tercer portero y despidiendo a Iheanacho. Leía a alguien decir que se hubiese despellejado a Víctor Orta por este mercado. No tengo certezas ni tampoco dudas. Mi crítica al nuevo director deportivo va más enfocada a lo que ha dicho sobre lo que ha hecho, por grave que finalmente puede llegar a ser lo segundo, pensando que el resultado final es bastante peor de lo esperado. En un Sevilla donde cada detalle es un incendio, provocado por los incendiarios que lo dirigen desde el palco, azuzarlo por un presunto desconocimiento de lo que en el último día de mercado siente tu afición suena a broma pesada. Ya no porque Amrabat se haya ido al vecino, quien tiene más recursos que tú, sino por supuestamente desconocer que en días así debes pedir unión, humildad y paciencia. No sonrisas, abrazos o mundos de yupi. La felicidad de Cordón, la peor de las respuestas al mercado del decadente Sevilla.
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