Valencia - Sevilla: El Sevilla acaricia el botón rojo

Tan cierto es que en el club se habla abiertamente de la posibilidad de un cese y de quién sería su recambio, como del deseo de que saque adelante este partido, lo enjuague todo con algún resultado positivo en el Sánchez-Pizjuán, y cierre su expediente con una permanencia digna, sin tener que apretar el botón rojo del reinicio de partida, algo tan habitual en los últimos años en Nervión cuando se mira al banquillo. Ya el año próximo se verá quién es la persona ideal para encabezar un proyecto que va a menos, a mucho menos, por la falta de recursos económicos y esa división entre el sevillismo y su consejo de administración.

De hecho, al encuentro de Valencia se llega en un estado de ansiedad importante. La derrota sobre la hora contra el Atlético sólo provocó que la herida se abriese un poco más. Que ya se pudiera intuir esa sangre que cae de la piel de un Sevilla que no sabe ni cómo podrá cerrar un curso que no era tan inestable y que, por un tiro en el pie, puede finalizar de la peor manera posible. Demasiados infortunios y desavenencias para llegar a buen puerto. El Sevilla se la juega. O reacciona Pimienta, o reacciona el club.

Encima, la semana no ha sido tampoco sencilla en la Ciudad deportiva. Al clima caldeado en los despachos y en el propio banquillo, se le ha sumado la desgracia de la enfermería. Porque los dos fichajes realizados en el mercado invernal, con una inversión de unos ocho millones, terminaron lesionados de gravedad el último partido. La larga ausencia de Rubén Vargas era esperada, ya que se retiró del campo sin poder estirar la pierna, después de ofrecer un taconazo en la jugada del gol sevillista. Los isquiotibiales se vieron afectados. También terminó con molestias Akor Adams. Se esperaba que fuese algo menor. Menos complejo. Una sobrecarga como mucho. Sin embargo, el delantero nigeriano vuelve a padecer la lesión que ya le sacó del equipo mes y medio al poco de su llegada. Mismo músculo y misma pierna. Entre ocho y diez semanas, por lo que ya no jugará hasta la temporada próxima. Se despide sin haber anotado un solo gol.

Esta situación incrementa un poco más el descontento del entorno nervionense con la labor del director deportivo. El club sigue buscando soluciones en el mercado a su bajo rendimiento global, pero el ojo clínico de Víctor Orta se está topando con unas decisiones gafadas en los problemas físicos. Un mal que lleva persiguiendo al Sevilla desde hace tiempo y que incide directamente en las posibilidades que tiene el entrenador para colocar un once sobre el campo y manejar, posteriormente, las posibles sustituciones. Con lo que se ha quedado, esos cambios serán casi programados. No hay más cera que la que arde.

Por lo tanto, en el once deberán entrar dos piezas que comenzaron frente al Atlético en el banquillo. Chidera Ejuke deberá recoger el testigo de Rubén Vargas, quien le había adelantado en la preferencia del entrenador para el extremo, mientras que en la punta del ataque regresará Isaac Romero, al que el tirón de orejas de su entrenador con su suplencia en el último encuentro ha servido de poco. Porque si la idea de Pimienta era rebuscar en el orgullo del canterano, la lesión de Akor Adams ha borrado ese argumento de golpe. Ahora debe recuperar la confianza del lebrijano para que termine el curso de manera decente, ya que sus números siguen estando lejos de lo que se espera de él y, también, del delantero titular del Sevilla.

Mestalla se presenta como un volver a empezar. Una oportunidad de calmar la tensión acumulada a las puertas de la Semana Santa. La posibilidad de volver a poner tierra de por medio con la zona de descenso, aumentando una renta de por sí amplia, y que todo el sevillismo duerma tranquilo por unos días. Ya llegará el momento de regresar al Sánchez-Pizjuán y que las protestas iniciadas de forma global se sigan sucediendo. Primero, Mestalla. Porque sólo las victorias son capaces de borrar los malos augurios.