Sevilla FC
Temporada non grata
El Sevilla padece una enfermedad espiritual grave, que no va a curarse con remedios de medio pelo
Sevilla - Real Madrid: Nervión echa el cerrojo a una temporada para olvidar (0-2)

Enfrentarte al Madrid es saber que, normalmente, debes competir contra doce. Busquets Ferrer, ese entrenador que trota como un caballo jerezano, ayer ejerció de doce de manera impecable, sin miramientos, con una roja directa a Badé más que discutible y una segunda a Isaac merecida ... pero que bien podría haber considerado con benevolencia. En consecuencia, acabamos jugando nueve contra doce. Y, sorprendentemente, con una solvencia defensiva prácticamente inédita en el Sevilla de esta temporada.
El Madrid demostró por qué no ha merecido esta Liga. Hizo un partido penoso, que dotó al juego del Sevilla de un aire heroico. Le costó bastante esfuerzo marcar el primer gol, y de hecho tuvimos la ocasión más clara de todo el partido, tanto de uno como de otro equipo, para adelantarnos en el marcador. Claro que para eso deberíamos contar con un delantero, y no con García Pascual.
Pero ayer hubiera dado igual palmar de dos o de quince goles. Porque el ambiente estaba enrarecidísimo desde el inicio. Con el gol norte vacío y las numerosas calvas en el graderío, durante el primer tiempo, podían escucharse con nitidez los gritos de los jugadores, y también del público. Ya durante el primer tiempo, abundaron los cánticos contra la directiva y Del Nido Junior, y hubo bastantes aficionados que se lanzaron al insulto individual. Estuvieron muy repartidos entre Busquets Ferrer y el presidente del club.
Pero la madre de todas las protestas, como se había previsto, se desató en el minuto 66. La lluvia de globos amarillos obligó a detener el encuentro, pero en esos minutos de encendida protesta, se tuvo la sensación de que el partido acabaría suspendiéndose. Ya todo el encuentro se jugaba, en realidad, en la grada, con las miradas y la rabia dirigida al palco de presidencia.
Está claro que a Junior debe compensarle mucho materialmente seguir aferrado al cargo. Porque espiritualmente es imposible que pueda rentarle. No acierto a imaginar el suplicio que debe estar padeciendo en su vida privada y su entorno personal, y no comprendo cómo alguien puede estar dispuesto a seguir instalado en semejante infierno, sabiendo, como sabemos todos, que la próxima temporada no va a ser mejor.
Suso se llevó la gran ovación de la noche. Es la avanzadilla del proceso final de esquilmado deportivo de lo que queda de este Sevilla. Cuando acabó el encuentro, Badé dio una vuelta al estadio aplaudiendo a la afición, en lo que parece un claro gesto de adiós. Se va Suso, se irá Badé y también Lukebakio, y en semejantes condiciones el Sevilla debe armar un equipo competitivo, recurriendo al talento de Victor Orta o del que venga a sustituirlo.
Junior ha sido declarado persona non grata por la Federación de Peñas Sevillistas. La condición non grata es extensible a esta lamentable temporada, que por fortuna está agonizando. Pero anoche, la despedida de los compañeros de bancada en el estadio, un momento normalmente entrañable, fue acre, desganada, asqueada incluso. Como si acabarámos de rematar un duro año de trabajos forzosos, pero sabiendo que, a la vuelta de las merecidas vacaciones, nos tocarán otra vez los sinsabores de picar piedra.
Algo tiene que cambiar. Y no será suficiente con despedir al director deportivo o traer a un entrenador con oficio. El Sevilla tiene una enfermedad espiritual grave, con una entidad que camina de espaldas a la afición, que desoye a su masa social, que se ha enrocado en el poder y ya ni siquiera necesita disimular que está ahí únicamente para sacar toda la tajada posible.
A ver qué nos encontramos a la vuelta, le dije a mi compañero al despedirnos hasta la temporada que viene. Qué nos vamos a encontrar, respondió: lo que tenemos, la pura ruina.
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