análisis orgullo de nervión
El Sevilla salta por los aires
La afición del Sevilla mostró su distanciamiento total contra la directiva, en un punto de no retorno
García Pimienta se juega su futuro ante el Valencia

El Sevilla vive, posiblemente, sus días más amargos en lo que va de siglo. El equipo atraviesa su peor momento del curso justo cuando tiene al alcance de la mano una permanencia tranquila. Le quedan dos pasos, pero no se atreve a darlos. Este ... panorama ha provocado que la continuidad de Pimienta esté en el alero. Una derrota contra el Valencia el próximo viernes provocará el cambio de entrenador, para intentar abrochar la salvación con otro técnico. No se confía ya en el catalán. Tiene por delante una recta final de Liga para salvar al Sevilla. Nada más. El año que viene se buscará una nueva alternativa. Sin embargo, el público no miró al banquillo contra el Atlético. Su mirada se centró en el palco.
Desde la época oscura de los 90, con dos descensos y una situación deportiva y social absolutamente disparatada, no se respiraba un ambiente tan enrarecido en Nervión. De una división enorme entre la clase dirigente y el abonado raso. Después de un tiempo donde se había anestesiado y resignado a vivir la travesía por el desierto de la mejor manera posible, todo el estadio cayó en la cuenta casi al unísono de que el actual proyecto está abocado al fracaso. Que la denominada regeneración sólo es un poco más de tiempo para alargar una agonía que ya no puede ser escondida. Este Sevilla endeudado hasta los dientes terminará dando con su escudo en una división inferior si nadie lo remedia. Así lo ha entendido el aficionado y lo expuso con su protesta durante el encuentro, en esos minutos donde Soto Grado detuvo el juego por culpa de lanzamiento de pancartas a la hierba. La postura de una parte está clara.
Las críticas se centraron en el presidente del Sevilla, un José María del Nido Carrasco que aguantó estoicamente en su sillón del palco. Hace tiempo que conoce la animadversión que el sevillista medio ha cogido contra él. Sabe que es señalado como el causante de todos los males del Sevilla, aunque siempre se escudaba en que eran los opositores a su gestión, comenzando por su padre, los que le lanzaban a la gente encima. Que provocaban la división lanzando mentiras sobre la gestión, buscando simplemente dividir. La realidad es que, con oposición o sin ella, el sevillismo le ha identificado como la persona que dirige de forma personalísima el club, donde las cuentas y el equipo cada día son más pobres y cuya solución no se atisba en el horizonte. También que ha descuidado los pequeños detalles.
Se ha rodeado de una cohorte de trabajadores que pelean por mantener su sillón a buen recaudo, ya que sin él en la presidencia no ocuparían los cargos de responsabilidad y bien remunerados que ahora manejan. Algunos han sido tildados de béticos, situación que revuelve las tripas de bastantes sevillistas, siendo su labor en la ineficaz gestión del Sevilla lo que enciende al aficionado, conocedor de todo lo que está sucediendo en la planta noble del Sánchez-Pizjuán.
También duele la ausencia de explicaciones de todo lo que está sucediendo. Sólo se escucha al presidente hablar cuando hay un tema extradeportivo, como la relación que mantiene, buena o mala, el club que dirige con el Barcelona, el Real Madrid o el propio Betis, siendo con este último con quien las normalizó para poder asistir en directo a la derrota de los suyos en el Benito Villamarín. Tampoco se deja que Víctor Orta, director deportivo, dé explicación alguna. Todo y todos se mantiene bajo un oscuro velo de secretismo e improvisación. Se gobierna de espaldas a tu clientela y sin ella es imposible subsistir.
A las puertas del adiós de Pimienta
Y dentro de la situación agónica que vive el Sevilla, con esa explosión incontrolable que puede llevar al club a un panorama desconocido, el único movimiento que puede promover el club desde dentro es el cambio en el banquillo. Si el Sevilla cae en Mestalla el viernes, García Pimienta dirá adiós a su aventura en Nervión. Pese a estar renovado no hace tanto, la confianza del presidente en su técnico ya es nula. El simple hecho de que se dé por perdido el duelo en Valencia ha propiciado que el cambio de entrenador se dilate unos pocos días más. El club no sabe cómo cerrar la temporada sin más heridas, entendiendo que deben meterle mano al banquillo para que la mínima reacción que produzca en el equipo posibilite una permanencia relajada. Joaquín Caparrós es la alternativa más fiable. Que las aguas vuelva a su cauce y el enfado generalizado se vaya disipando con el paso de los días. Una estrategia política de poca intervención y menor exposición pública. El sevillismo ha hablado. Ha chillado contra el camino hacia los infiernos de su Sevilla. El Sánchez-Pizjuán ha saltado por los aires. El Sevilla está tocado, aunque de momento no se ha terminado de hundir.
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