El Sevilla nunca gana (1-1)

Un empate más que se queda corto. No por el juego desplegado, tampoco por el hambre demostrado, sino por lo que se le presupone a este equipo. Un nuevo empate, y ya van cuatro consecutivos en la competición casera. El reparto de puntos fue justo castigo para los dos equipos, puesto que aunque el Celta demostró querer más los tres puntos, perdonó demasiado y cayó en errores que justifican la zona en la que se encuentran en la tabla. En el otro lado, el Sevilla sólo quiso de verdad llevarse el partido tras el gol de En-Nesyri, allá por el minuto 83.

Y es que una vez más, el Sevilla volvió a tirar la primera parte del encuentro con un juego infructuoso y con una falta de colectividad inquietante. Da igual qué nombre se siente en el banquillo, la realidad es que el cuadro de Nervión sigue cayendo en los mismos pecados bajo cualquier sistema. El Celta arrancó presionando y queriendo agasajar a la afición presente en Balaídos por el gran esfuerzo que hizo para estar presente en pleno temporal. El viento no ayudó al Sevilla, que se lo ponía más difícil a Nyland, mientras que frenaba los tiros de los blanquirrojos bajo los palos de Guaita.

Pero el tiempo nunca debe ser una excusa, y los de Diego Alonso cedieron demasiado ante el cuadro gallego, que está sediento de puntos. Con mucho pundonor, todo el que no demostró el Sevilla durante los primeros 45 minutos, el cuadro dirigido por Rafa Benítez fue sintiéndose cómodo conforme pasaban los minutos en Balaídos. Y eso que la primera acción de peligro llegó desde las botas de Ivan Rakitic. Corría el minuto 9 cuando el croata tiró una falta que se quedó corta con el viento en contra, una jugada que seguiría discurriendo y que finalizaría con Acuña intentando sorprender a Guaita.

Unas buenas sensaciones que duraron poco, puesto que un error imperdonable de Soumaré propició que Larsen cazara un balón y lo condujera hasta el área de Nyland, el delantero se plantó ante el meta y el disparo se le marchó por encima de la portería. Una acción que reforzó la moral del cuadro vigués y, en concreto, la de Iago Aspas que intentó sorprender a Nyland, pero que un excelso Jesús Navas taponó con maestría. No obstante, los destellos de calidad individual de los jugadores sevillistas no fueron suficientes  para desactivar a un rival motivado, si Nyland sacó una mano salvadora para despejar un tiro certero de Mingueza, nada pudo hacer un minuto después en el primer gol del Celta. Una falta bien dirigida de Iago Aspas, que remató con habilidad Strarfelt, supuso el premio a tanto esfuerzo local.

El gol despertó del letargo durante unos minutos al Sevilla, que se metió en el área rival e intentó sorprender a Guaita. Muy cerca estuvo Ocampos, como siempre uno de los mejores del encuentro, de empatar el encuentro con un cabezazo que despejó el meta rival. Una acción esperanzadora, que pronto se diluyó por culpa de la falta de concentración de los de Diego Alonso. Ninguna zona del Sevilla mostraba fluidez. En el aspecto defensivo, un Badé desconocido fue mero espectador en todas las llegadas rivales, mientras que Gudelj intentaba achicar en solitario. Visto lo visto, más le vale a este Sevilla recuperar a Ramos de cara al derbi para tener un centro de la defensa compensado.

No obstante, la casi resurrección del Celta en esta duodécima jornada no fue fruto exclusivo del poco freno impuesto por sus centrales. Sow y Soumaré también fueron grandes responsables de los huecos abismales por los que se colaban los jugadores celtiñas. En el aspecto ofensivo, la escasez de recursos fue, una vez más, el gran protagonista arriba. Ocampos, Navas y Rakitic buscaron sacarse de la manga alguna oportunidad ante la inoperancia de la banda izquierda. El problema es que ningún equipo de élite que se precie puede obtener una victoria a base de individualidades. El partido se fue al descanso con una última intentona sevillista. Una falta peligrosa que Rakitic le cedió a Gudelj y que interceptó Guaita.

Durante el intermedio, Diego Alonso movió las piezas e intentó insuflar peligro a su banda izquierda con la inclusión de Lukebakio y Pedrosa, en detrimento de Sow y Acuña, y metiendo a Óliver en la medular. No le cambió demasiado la cara al equipo sevillista, que volvió a tener un microinfarto cuando Starfelt estuvo a punto de meter el segundo gol local ante la inoperancia de la zaga blanquirroja. Mingueza y Aspas aprovecharon la situación para intentar ampliar su renta, pero la falta de acierto se interpuso.

El partido estuvo roto durante la mayor parte de la segunda mitad y se puso a favor del Sevilla con la expulsión de Renato Tapia en el minuto 67. El peruano vio la segunda amarilla por una entrada muy fea sobre Soumaré. Aun así, el conjunto de Nervión no fue capaz de sacarle rédito a su superioridad sobre el terreno de juego. Ambos entrenadores intentaron suplir sus carencias con las sustituciones, siendo Alonso el que consiguió dar con la tecla para, al menos, empatar el partido. La entrada de En-Nesyri por Mariano le dio profundidad al equipo, que empezó a ver la luz cuando, sorpresa, llegaron los centros laterales.

Apretó el Sevilla por el empate y el delantero marroquí lo hizo realidad en el minuto 83. Un error de Mingueza a la hora de despejar un balón dejó a En-Nesyri rematar a placer. Demasiado había perdonado el Celta, que pudo haber ampliado su renta durante toda la segunda mitad. Pero en el fútbol lo que se perdona se termina pagando, y es lo que le pasó al conjunto gallego. Para colmo, la fortuna se puso de últimas en el lado sevillista, puesto que Hernández Hernández no pitó un dudoso penalti de Navas, previa revisión VAR. Una acción que envenenó a Balaídos y que derivó en el final de un encuentro digno de olvidar para ambos conjuntos.